

A las 02:56 del 5 de abril de 2025, China ha confirmado oficialmente la imposición de un arancel de represalia del 34% sobre todos los productos importados desde Estados Unidos, efectivo a partir del 10 de abril de 2025. Esta medida es una respuesta directa a los aranceles recíprocos anunciados por la administración de Donald Trump el 2 de abril, que incluyen un gravamen del 34% sobre bienes chinos, sumándose a un 20% ya existente, lo que eleva la carga total sobre las importaciones chinas a un 54%. Además, el Ministerio de Comercio de China ha añadido a 11 empresas estadounidenses a su "lista de entidades no confiables", prohibiéndoles realizar nuevas inversiones o actividades de importación y exportación con China. A continuación, detallo las implicancias de estas medidas, el contexto más amplio y un análisis crítico.
Detalles de las medidas chinas
El arancel del 34% se aplicará a todas las importaciones estadounidenses sin distinción de sector, afectando desde productos agrícolas hasta bienes manufacturados. Esta medida, anunciada por el Ministerio de Finanzas de China el 4 de abril, busca contrarrestar los aranceles impuestos por Trump, que afectan a más de 440.000 millones de dólares en exportaciones chinas a Estados Unidos. Según el Ministerio de Comercio chino, los aranceles estadounidenses son "inconsistentes con las normas del comercio internacional" y constituyen una "práctica típica de intimidación unilateral", lo que llevó a China a presentar una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Además de los aranceles, China ha incluido a 11 empresas estadounidenses en su lista de entidades no confiables, citando razones como su "cooperación militar con Taiwán" y acciones que "dañan gravemente la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo" del país. Entre las empresas afectadas se encuentran fabricantes de drones como Skydio y BRINC, así como SYNEXXUS, según reportes. Estas compañías enfrentan restricciones severas: no pueden realizar nuevas inversiones en China ni participar en actividades de importación o exportación con el país. El Ministerio de Comercio también ha añadido a 16 empresas estadounidenses a una lista de control de exportaciones, incluyendo a High Point Aerotechnologies y Universal Logistics Holdings, con el objetivo de "proteger la seguridad y los intereses nacionales".
Como parte de su estrategia, China ha restringido las exportaciones de tierras raras, materiales esenciales para sectores como la electrónica, la industria aeroespacial y la defensa. Los elementos afectados incluyen samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, escandio e itrio, que se utilizan en componentes electrónicos, resonancias magnéticas y tecnologías militares. Estas restricciones, que entraron en vigor el 4 de abril, buscan presionar a Estados Unidos al limitar el acceso a recursos estratégicos en los que China domina el mercado global, controlando aproximadamente el 80% de la producción mundial de tierras raras.
Contexto de la guerra comercial
La escalada actual es una continuación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China que comenzaron durante el primer mandato de Trump (2017-2021), cuando impuso aranceles por valor de 370.000 millones de dólares anuales a productos chinos. China respondió entonces con gravámenes más limitados, como los aranceles del 10%-15% impuestos en febrero de 2025 sobre productos agrícolas estadounidenses como pollo, trigo y soja. Sin embargo, la nueva ronda de aranceles de Trump, anunciada como parte de su "Día de la Liberación" el 2 de abril, ha elevado las tensiones a un nivel no visto desde la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930, que agravó la Gran Depresión.
Los aranceles de Trump no solo afectan a China, sino también a aliados como Canadá, México y la Unión Europea, así como a países asiáticos como Vietnam (46%) y Camboya (49%). Esta política ha generado una reacción global de represalias, con Canadá anunciando aranceles sobre 125 mil millones de dólares en bienes estadounidenses y la UE considerando medidas similares. En este contexto, la respuesta de China, aunque contundente, es parte de un patrón más amplio de fractura del comercio global, exacerbado por la estrategia de "América Primero" de Trump.
Implicancias económicas y geopolíticas
Para China
China enfrenta un desafío significativo debido a su alta dependencia de las exportaciones a Estados Unidos, que representaron 164 mil millones de dólares en 2024, la cifra más baja en cuatro años. Los aranceles del 54% impuestos por Estados Unidos podrían reducir aún más estas exportaciones en un 30%, según estimaciones basadas en análisis de Bloomberg Economics, lo que podría restar 1,3 puntos porcentuales al crecimiento económico chino, proyectado en un 4,8% para 2025. Esto es particularmente preocupante en un momento en que la economía china ya muestra signos de desaceleración, con un consumo interno débil y un sector inmobiliario en crisis.
Sin embargo, China ha tomado medidas para mitigar el impacto. La devaluación del yuan, una táctica utilizada durante la guerra comercial de 2018, podría abaratar sus exportaciones y compensar parcialmente los aranceles. Además, las restricciones a las tierras raras buscan presionar a Estados Unidos en sectores estratégicos, aunque esta medida también podría dañar a las propias empresas chinas que dependen de estos mercados. La inclusión de empresas estadounidenses en la lista de entidades no confiables tiene un impacto más simbólico que práctico, ya que muchas de estas compañías, como Skydio, tienen una presencia limitada en China.
Para Estados Unidos
Para Estados Unidos, los aranceles de represalia de China afectan sectores clave como la agricultura y la tecnología. Las exportaciones agrícolas estadounidenses, como la soja, el maíz y el pollo, enfrentan pérdidas significativas; por ejemplo, China suspendió las importaciones de pollo de dos proveedores estadounidenses, Mountaire Farms y Coastal Processing, alegando la presencia de furazolidona, un fármaco prohibido. Esto podría costar millones a los agricultores estadounidenses, un sector políticamente sensible para Trump, especialmente en estados clave como Iowa y Nebraska.
Las restricciones a las tierras raras también representan un riesgo para la industria tecnológica y de defensa de Estados Unidos. Elementos como el gadolinio y el itrio son cruciales para tecnologías avanzadas, y la falta de acceso podría aumentar los costos de producción y retrasar proyectos en sectores como la aviación y las energías renovables. Sin embargo, Estados Unidos ha estado trabajando en diversificar sus fuentes de tierras raras, con proyectos en Australia y Canadá, lo que podría mitigar el impacto a mediano plazo.
Para el comercio global
Los aranceles de China y Estados Unidos están profundizando la fragmentación del comercio global. Las bolsas mundiales reaccionaron negativamente: el Dow Jones cayó un 2,3%, el S&P 500 un 2,4% y el Nasdaq un 2,7% el 4 de abril, mientras que las bolsas europeas, como el FTSE 100, perdieron más del 3%. Esta incertidumbre podría desencadenar una recesión global, especialmente si otros países, como la UE y Japón, responden con sus propios aranceles, creando un efecto dominó.
En Asia, países como Japón, Corea del Sur y Taiwán, que enfrentan aranceles estadounidenses del 24%-25%, están reevaluando sus relaciones con Washington. Esto podría acercarlos a China, que se presenta como un socio más previsible frente a la agresividad de Trump. A largo plazo, esta dinámica podría fortalecer bloques comerciales alternativos, como los liderados por China a través de iniciativas como la Nueva Ruta de la Seda, mientras que el orden comercial basado en reglas, liderado por Estados Unidos desde 1945, se debilita.
Para Argentina
Argentina, que exporta principalmente productos agrícolas a Estados Unidos, enfrentará el arancel base del 10% de Trump, pero no está entre los países con tarifas recíprocas más altas. Sin embargo, los aranceles de China a productos agrícolas estadounidenses podrían beneficiar indirectamente a Argentina, ya que China podría aumentar sus compras de soja y carne argentina para reemplazar las importaciones estadounidenses. En 2024, Argentina exportó más de 5.000 millones de dólares en soja a China, y esta cifra podría crecer si la guerra comercial persiste.
Por otro lado, la escalada de tensiones en Oriente Medio, como se discutió en mi respuesta anterior sobre el despliegue militar estadounidense, podría aumentar los precios del petróleo, afectando la economía argentina, que depende de importaciones energéticas. Esto podría limitar los recursos disponibles para proyectos como la explotación de litio en Chubut, donde se han identificado yacimientos prometedores pero que requieren inversión significativa.
Análisis crítico
La narrativa oficial de China, que presenta sus aranceles como una defensa legítima contra la "intimidación unilateral" de Estados Unidos, tiene cierto mérito, ya que los aranceles de Trump violan principios de la OMC al basarse en evaluaciones subjetivas y unilaterales. Sin embargo, China también juega un papel en la escalada al imponer restricciones a las tierras raras, una medida que, aunque estratégica, podría ser vista como una forma de coerción económica que afecta no solo a Estados Unidos, sino también a sus propios socios comerciales.
Por su parte, la estrategia de Trump de imponer aranceles masivos busca generar ingresos fiscales para enfrentar el vencimiento de 9,2 billones de dólares en deuda en 2025, como se analizó en mi respuesta anterior. Sin embargo, esta política está generando más costos que beneficios: la inflación en Estados Unidos está aumentando (2,3% adicional según el Yale Budget Lab), las exportaciones agrícolas están sufriendo y los mercados globales están en caída libre. Además, la ruptura con aliados como Canadá y la UE sugiere que Trump está priorizando una visión aislacionista sobre la cooperación internacional, lo que podría debilitar la posición geopolítica de Estados Unidos a largo plazo.
China, aunque afectada económicamente, podría salir beneficiada geopolíticamente si logra consolidar una coalición de países descontentos con las políticas de Trump. Sin embargo, su economía enfrenta riesgos internos significativos, y la dependencia de exportaciones a mercados occidentales la hace vulnerable a una guerra comercial prolongada. Ambos países parecen estar atrapados en un juego de suma cero donde "nadie gana", como señaló el Ministerio de Comercio chino, pero donde los consumidores y las cadenas de suministro globales son los principales perdedores.
Conclusión
La imposición de un arancel del 34% por parte de China a partir del 10 de abril de 2025, junto con la inclusión de 11 empresas estadounidenses en su lista de entidades no confiables, marca una nueva escalada en la guerra comercial con Estados Unidos. Estas medidas, combinadas con restricciones a las tierras raras, buscan presionar a Washington, pero también reflejan la creciente fragmentación del comercio global. Mientras China podría ganar influencia en Asia y el Sur Global, enfrenta riesgos económicos significativos debido a su dependencia de las exportaciones. Para Estados Unidos, los aranceles de represalia agravan los problemas internos de inflación y deuda, mientras que la ruptura con aliados debilita su posición global. En este contexto, países como Argentina podrían encontrar oportunidades en el mercado chino, pero también enfrentan riesgos derivados de la inestabilidad económica global. La guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo está lejos de resolverse, y sus efectos seguirán resonando en los próximos meses.