

El 11 de abril de 2025, Vladimir Putin anunció que Rusia invertirá 8,4 billones de rublos (unos 100,5 mil millones de dólares o 77,200 millones de libras esterlinas) en los próximos 10 años para modernizar su Armada. El plan busca actualizar buques y submarinos, como los Borei-A y Yasen-M, y mantener el 100% de armas modernas en las fuerzas nucleares navales. Putin destacó la importancia estratégica de la Armada ante "amenazas marítimas" y avances tecnológicos, aunque no detalló cómo se distribuirán los fondos.
La inversión responde a pérdidas en Ucrania, como el daño a un tercio de la Flota del Mar Negro, y busca proyectar poder en regiones clave como el Ártico. Sin embargo, con sanciones occidentales, un PIB de 2,24 billones de dólares (2023) y un gasto militar elevado (5,9% del PIB), la sostenibilidad del plan es cuestionable. La economía rusa enfrenta retos por la caída de ingresos petroleros (24% menos en 2023) y la presión de la guerra.
El anuncio refleja un esfuerzo por reforzar la influencia global de Rusia, pero su viabilidad dependerá de superar limitaciones económicas y tecnológica