

La UIA, reconfigurada con una nueva composición ejecutiva que incluye a figuras como David Uriburu de Techint y Modesto Magadán de Arcor, exige "reglas claras" y un freno a las importaciones "indiscriminadas" para proteger el empleo y garantizar competitividad.
Los industriales argumentan que la apertura comercial impulsada por el gobierno, sumada a un dólar que consideran atrasado, pone en riesgo al sector fabril. Rapallini, proveniente de Cerámicas Alberdi y con experiencia liderando la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), destacó la alta presión tributaria, los costos logísticos y la economía informal como obstáculos para la industria. Su llegada refleja un giro hacia una postura más dura que la de su antecesor, Daniel Funes de Rioja, aunque no busca una confrontación directa con el gobierno de inmediato. En cambio, la UIA apuesta por un diálogo que priorice la igualdad de condiciones frente a competidores extranjeros, especialmente en un contexto donde medidas como la eliminación del Impuesto PAIS y la reducción de aranceles han facilitado las importaciones en 2025.
Sin embargo, esta postura no está exenta de tensiones internas y externas. Mientras pymes y sectores como el alimenticio (representado por Copal) apoyan las demandas de Rapallini, hay críticas hacia el gobierno por su enfoque liberal, que prioriza la apertura comercial para bajar precios, pero que, según los industriales, perjudica la producción local. Por otro lado, el gobierno de Milei, a través de figuras como el ministro de Economía Luis Caputo, ha mostrado resistencia a estas demandas, defendiendo que la apertura beneficia a la economía general al reducir costos. Posts en X reflejan este clima de conflicto, con algunos usuarios señalando que la UIA, bajo Rapallini, podría endurecer su relación con Milei, mientras otros ven en esta presión un intento de proteger intereses de grandes corporaciones más que de las pymes.
En este escenario, la UIA busca posicionarse como un actor clave en la definición de la política industrial, pero enfrenta el desafío de un gobierno poco dispuesto a ceder en su agenda de desregulación y apertura económica. La relación entre Milei y los industriales, ya tensa por eventos como el faltazo del presidente a la conferencia anual de la UIA en 2024, podría volverse aún más conflictiva si no se logra un entendimiento sobre cómo equilibrar la competitividad industrial con las metas económicas del gobierno.