domingo 27 de abril de 2025 - Edición Nº174

Internacionales | 26 abr 2025

Mundo en Guerra

Estados Unidos no puede lograr la superioridad aérea sobre Yemen

La declaración de que Estados Unidos no puede lograr la superioridad aérea sobre Yemen, atribuida a un funcionario estadounidense, refleja una narrativa que ha ganado tracción en el contexto del conflicto con los hutíes, pero debe analizarse con cuidado.


 Los hutíes han derribado un número significativo de drones MQ-9 Reaper, lo que ha impactado las operaciones de vigilancia y evaluación de daños de Estados Unidos en la región. Según reportes, desde octubre de 2023, al menos 21 MQ-9 Reaper han sido derribados, con un costo estimado de $735 millones, dado que cada dron tiene un valor aproximado de $30 millones. Solo en abril de 2025, se reportaron siete drones perdidos en menos de seis semanas, con tres derribos en la última semana, según fuentes como Euronews y Fox News.

Los MQ-9 Reaper, fabricados por General Atomics, son fundamentales para la inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR) de Estados Unidos, así como para ataques de precisión. Pueden operar a altitudes de hasta 50,000 pies y permanecer en el aire por más de 24 horas, pero su diseño los hace vulnerables en entornos hostiles. Operan a altitudes medias (25,000-30,000 pies), tienen una velocidad relativamente baja (230 mph) y carecen de sensores de alerta de amenazas o sistemas de autoprotección avanzados, lo que los hace susceptibles a defensas aéreas como las de los hutíes. Estos han utilizado misiles tierra-aire, incluyendo modelos iraníes como el Sayyad-2C, el Saqr (basado en el iraní 358) y versiones modificadas de sistemas rusos como el SA-6, según el Atlantic Council. Además, los hutíes han combinado tácticas de guerra electrónica con misiles, lo que sugiere un nivel de sofisticación que desafía la percepción de ellos como una insurgencia rudimentaria.

El impacto de estas pérdidas es notable. La campaña aérea estadounidense, intensificada desde el 15 de marzo de 2025 bajo la administración Trump, ha golpeado más de 800 objetivos hutíes, pero la pérdida de drones ha complicado la capacidad de evaluar el daño y rastrear movimientos enemigos, según un oficial citado por The Jerusalem Post. Esto ha retrasado planes para establecer superioridad aérea en 30 días y pasar a una fase de ataques más agresivos contra el liderazgo hutí. La necesidad de desplegar bombarderos stealth B-2 y municiones de largo alcance indica que las defensas aéreas hutíes representan una amenaza mayor de lo anticipado, como señaló TWZ.

Sin embargo, afirmar que Estados Unidos "no puede lograr la superioridad aérea" es una simplificación. Aunque los hutíes han desafiado la efectividad de los MQ-9, Estados Unidos mantiene una ventaja tecnológica abrumadora con activos como los B-2, portaaviones y sistemas avanzados de ataque. La dificultad radica en el contexto específico de Yemen: un enemigo no estatal con tácticas asimétricas, respaldado por Irán, que explota las vulnerabilidades de drones diseñados para entornos permisivos. Históricamente, Estados Unidos ha enfrentado desafíos similares, como en Vietnam, donde la tecnología superior no garantizó el control total del espacio aéreo contra un enemigo adaptativo.

Por otro lado, la narrativa oficial estadounidense podría estar minimizando el problema para evitar percepciones de debilidad. El Pentágono ha sido parco en detalles, y el hecho de que no haya sesiones informativas regulares, como señaló Fox News, sugiere un intento de controlar la narrativa. Mientras tanto, los hutíes han usado estos derribos para propaganda, proyectando una imagen de resistencia frente a una superpotencia, lo que les gana apoyo doméstico y regional.

En conclusión, aunque los hutíes han afectado significativamente las operaciones de vigilancia de Estados Unidos al derribar MQ-9 Reaper, esto no equivale a una pérdida total de superioridad aérea. Más bien, expone las limitaciones de ciertas tecnologías en guerras asimétricas y la necesidad de ajustar estrategias, como equipar drones con mejores defensas o depender menos de ellos en espacios contestados. La situación subraya una verdad incómoda: la superioridad tecnológica no siempre se traduce en dominio absoluto frente a un adversario persistente y adaptable.

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