

Esto generó tensiones, ya que Caputo, a pesar de su influencia, no tiene un cargo formal ni firma ejecutiva, operando bajo un contrato de locación de servicios que lo exime de controles como los de la Oficina Anticorrupción.
Francos, en una entrevista con Radio Splendid, replicó: "El presidente tiene a su asesor Santiago Caputo, con el que consulta muchos temas, pero finalmente el jefe de Gabinete soy yo. Soy yo el que me hago responsable de los actos que firmo. Santiago Caputo es un asesor y no tiene firma ejecutiva, no resuelve temas". Esta declaración, que repitió casi textualmente Milei en otro contexto para desmarcarse de las acusaciones contra Caputo por el atentado a Cristina Kirchner, fue interpretada como un "ninguneo" hacia el asesor, subrayando su falta de poder formal frente al rol constitucional de Francos, establecido en el artículo 101 de la Constitución Nacional. Francos también aclaró que las palabras de Milei no le molestaron, pero su énfasis en reafirmar su autoridad sugiere una intención de marcar límites en la interna del gobierno.
La contradicción refleja una dinámica de poder compleja dentro del gobierno de Milei, donde Caputo, descrito por el propio presidente como el "arquitecto" de su proyecto político, ejerce un poder informal que a menudo choca con figuras como Francos, quien representa un enfoque más tradicional y dialoguista. Esta tensión no es nueva: en febrero de 2025, Francos ya había criticado a Caputo por interrumpir una entrevista de Milei con Jonatan Viale, calificándolo de "irresponsable" y señalando que "nadie es superpoderoso", en alusión a la necesidad de Caputo de aprender límites. Además, en septiembre de 2024, Francos había expresado en privado su frustración por ser desautorizado por Caputo y Adorni, llegando a decir: "Yo tengo rango constitucional, yo firmo, yo tomo decisiones. El señor Santiago Caputo no".
La narrativa oficial, respaldada por Francos, busca proyectar unidad y minimizar las internas, pero la insistencia de Milei en destacar el rol de Caputo revela las fricciones entre el poder formal y el informal dentro del gobierno. Mientras Francos, con su trayectoria política y estilo moderado, intenta mantener un equilibrio con el Congreso y los gobernadores, Caputo, desde las sombras, sigue siendo una figura clave en la estrategia electoral y comunicacional de Milei, lo que genera roces inevitables. Este episodio sugiere que, aunque Francos intenta reafirmar su autoridad, la influencia de Caputo, avalada por Milei, sigue siendo un factor dominante, evidenciando las contradicciones internas de un gobierno que navega entre la retórica antisistema y la necesidad de operar dentro de las estructuras tradicionales del poder.