

La ceremonia, realizada en el cuartel del Regimiento en Palermo, Buenos Aires, fue un gesto de alta estima institucional, reservado para figuras destacadas que representan los valores sanmartinianos de libertad, deber y honor. Milei, acompañado por su hermana Karina y el ministro de Defensa Luis Petri, expresó emoción durante el acto, incluso afirmando "no lo merezco" ante los granaderos. Sin embargo, este reconocimiento choca con las críticas sobre el deterioro de las condiciones del sector militar, donde los bajos salarios y la falta de inversión en equipamiento y bienestar del personal son problemas recurrentes.
En las redes, las opiniones están divididas. Algunos celebran el hecho como un hito histórico, destacando que Milei es el primer presidente en recibir esta distinción, mientras otros lo cuestionan, señalando la ironía de premiar al líder de un gobierno que no ha abordado las necesidades urgentes de las Fuerzas Armadas. Por ejemplo, un usuario en X argumentó que el presidente no reúne las condiciones para ser granadero honorífico, sugiriendo que la entrega de la orden podría justificar la baja del jefe del Regimiento.
Milei, en su discurso, elogió el legado del Regimiento, afirmando que los granaderos fueron clave en la independencia sudamericana y que sus valores deberían inspirar a la nación. No obstante, no se mencionaron medidas concretas para revertir los problemas estructurales del sector militar, como la precariedad salarial o la falta de modernización. Este contraste entre el simbolismo patriótico y las carencias materiales refleja una tensión que sigue sin resolverse.
Si bien la distinción refuerza la relación de Milei con el Regimiento, que ya había mostrado gestos de cercanía como tocar “Feliz Cumpleaños” en la Casa Rosada para su cumpleaños, no aborda las demandas de fondo del personal militar ni las críticas sobre la gestión de la defensa nacional. La pregunta que queda es si este reconocimiento será acompañado por políticas que mejoren las condiciones de las Fuerzas Armadas o si permanecerá como un acto simbólico en medio de una crisis estructural.