martes 06 de mayo de 2025 - Edición Nº183

Nacionales | 5 may 2025

Argentina

Milani: "La patria no se defiende con policías militares, sino con soberanía estratégica y un proyecto nacional"

"La falsa reivindicación de las Fuerzas Armadas La reciente decisión del gobierno de Javier Milei, a través del ministro de Defensa Petri, de autorizar a las Fuerzas Armadas a detener civiles en la frontera norte del país —bajo el pretexto de combatir el narcotráfico— constituye un hecho de suma gravedad institucional."


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La falsa reivindicación de las Fuerzas Armadas La reciente decisión del gobierno de Javier Milei, a través del ministro de Defensa Petri, de autorizar a las Fuerzas Armadas a detener civiles en la frontera norte del país —bajo el pretexto de combatir el narcotráfico— constituye un hecho de suma gravedad institucional. Esta medida, presentada como una supuesta “revalorización” del rol militar, en realidad significa una distorsión profunda de la misión histórica y constitucional de nuestras Fuerzas Armadas, y una peligrosa reedición de errores ya cometidos en otros países de América Latina. En 2013, durante mi gestión, el Ejército Argentino fue desplegado en la frontera norte para brindar apoyo logístico a la Gendarmería Nacional y reforzar la presencia del Estado con fines disuasorios hacia amenazas externas. Nunca se lo utilizó para funciones policiales ni para intervenir sobre la población civil. Hoy, este gobierno toma decisiones que tergiversan y desnaturalizan aquel enfoque. Intentan apropiarse de políticas que criticaron en su momento, y lo hacen mintiendo: convierten al Ejército en fuerza de seguridad interior, vulnerando principios constitucionales y doctrinarios fundamentales. Las Fuerzas Armadas existen para proteger la soberanía nacional ante amenazas externas, no para ejercer funciones policiales o de seguridad interior. Involucrarlas en tareas de represión interna, control territorial sobre población civil o combate al delito, como lo propone este modelo, no sólo las expone al desgaste y a la deslegitimación social, sino que desvirtúa su doctrina y vacía su razón de ser. Lo que se presenta como un “empoderamiento” no es más que una degradación funcional: se las utiliza para cubrir la ineficiencia del Estado en materia de seguridad, sin recursos, sin estrategia y sin objetivos claros. La experiencia latinoamericana demuestra con creces los peligros de este camino. México y Colombia han militarizado la lucha contra el narcotráfico con resultados devastadores: violaciones de derechos humanos, corrupción dentro de las propias Fuerzas Armadas, debilitamiento institucional y, en muchos casos, mayor violencia. El crimen organizado no se derrota con tanques ni fusiles, sino con inteligencia estatal, desarrollo económico y control real del territorio. Este gobierno, al igual que lo hiciera el menemismo en los años 90, apela a discursos vacíos que intentan seducir a las Fuerzas Armadas con protagonismo público, mientras por detrás se les recortan presupuestos, se frena su modernización y se las convierte en herramientas de exhibición simbólica más que en un verdadero instrumento de defensa nacional. Mientras avanza la entrega a potencias extranjeras de los recursos naturales, la desindustrialización y el vaciamiento del Estado. Esta decisión del gobierno es simplemente un uso político y oportunista de nuestras Fuerzas Armadas, mientras relegan su verdadero rol: el de custodiar la soberanía, la integridad territorial y la autodeterminación nacional. Pretender disfrazar la militarización de la frontera como una reivindicación de la institución castrense es tan peligroso como cínico. La patria no se defiende con policías militares, sino con soberanía estratégica y un proyecto nacional que los incluya como parte fundamental de una Argentina fuerte y soberana.

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