Antecedentes del Proyecto:

• El proyecto busca reemplazar el FIPASS, una instalación portuaria construida por Harland & Wolff en 1984 tras la Guerra de Malvinas, que está al final de su vida útil y ya no es segura para operaciones marítimas.

   

   

• Inicialmente, en 2020, el FIG firmó un contrato con la empresa angloholandesa BAM Nuttall para construir un puerto de aguas profundas, pero este acuerdo fue cancelado debido a preocupaciones sobre costos y cumplimiento ambiental. En 2024, Harland & Wolff fue seleccionado como oferente preferido, pero las negociaciones colapsaron en agosto de 2024 por no llegar a un acuerdo comercial mutuamente aceptable.

   

   

• El nuevo puerto, con una inversión estimada de 100-120 millones de libras (aproximadamente 150 millones de dólares), está diseñado para atender cruceros, pesqueros, barcos científicos, petroleros y potencialmente actividades de defensa, compitiendo directamente con el puerto de Ushuaia, Argentina, como puerta de entrada a la Antártida.

   

   

Implicaciones Estratégicas:

• Para las Malvinas: El puerto es una prioridad para la economía local, basada en pesca, turismo y potencial explotación petrolera. Se espera que modernice la infraestructura, facilite el comercio y refuerce la posición estratégica de las islas en el Atlántico Sur.

   

• Para Argentina: El proyecto genera preocupación en Argentina, que reclama soberanía sobre las Malvinas. La Fundación Marambio y autoridades como el senador Pablo Blanco han advertido que el puerto podría consolidar el control británico y proyectar influencia sobre la Antártida, afectando la posición de Ushuaia como hub antártico. La Cancillería argentina, liderada por Paola Di Chiaro, está evaluando acciones diplomáticas, aunque reconoce la dificultad de frenar el proyecto debido a la falta de precedentes legales efectivos.

   

   

   

• Tensión Diplomática: El anuncio se da en un contexto de fricciones renovadas, exacerbadas por la visita de David Cameron a Argentina en 2024, la ampliación de zonas de veda pesquera en Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y la exploración petrolera británica-israelí en aguas disputadas.

   

   

Perspectiva Crítica:

• El proyecto refleja la intención británica de fortalecer su presencia en el Atlántico Sur, aprovechando la relativa pasividad del gobierno de Javier Milei, que ha priorizado alianzas con Reino Unido, Estados Unidos e Israel, relegando la cuestión Malvinas.

   

• La falta de evidencia concreta sobre el nuevo proyecto (más allá del anuncio) y la historia de negociaciones fallidas sugieren que su concreción podría enfrentar obstáculos logísticos o financieros. Sin embargo, la elección de Keynvor MorLift indica un enfoque renovado tras el fracaso con Harland & Wolff.

• En Argentina, la narrativa en redes sociales, como los posts en X, refleja indignación por el avance británico, pero también críticas al gobierno de Milei por no contrarrestar activamente estas iniciativas. Algunos usuarios mencionan supuestos vínculos financieros con la Banca Rothschild, aunque estas afirmaciones carecen de respaldo verificable.

Conclusión: El anuncio del nuevo puerto en Malvinas, liderado por Keynvor MorLift, marca un paso hacia la modernización de la infraestructura isleña, pero intensifica las tensiones con Argentina, que ve amenazados sus intereses antárticos y su reclamo de soberanía. Aunque los detalles del proyecto aún no se han hecho públicos, su impacto potencial es significativo tanto económica como geopolíticamente. La respuesta argentina dependerá de la capacidad de su diplomacia para articular una estrategia efectiva en un contexto de recursos limitados y prioridades políticas divergentes.