

Según reportes del Wall Street Journal del 28 de abril de 2025, esta base podría albergar hasta 2.000 soldados y servir como un nuevo cuartel general para comandar decenas de miles de tropas, lo que algunos expertos interpretan como una preparación para un posible enfrentamiento con la OTAN. Además, Rusia está expandiendo su infraestructura militar en el Distrito Militar de Leningrado, que limita con Estonia, Letonia y Finlandia, incluyendo la modernización de arsenales, barracones y líneas ferroviarias.
Otro punto de fricción es la creciente actividad militar rusa en el Ártico, donde Rusia mantiene una ventaja significativa. Según un informe de The Simons Foundation Canada de 2024, Rusia cuenta con 32 sitios militares permanentemente atendidos en la región ártica, superando a los 27 sitios combinados de los países de la OTAN en la zona (Noruega, EE. UU., Canadá, Dinamarca e Islandia). En los últimos seis años, Rusia ha construido más de 475 bases a lo largo de su frontera norte, según The Economist, lo que refuerza su control sobre más de la mitad de la costa ártica. Este despliegue ha sido interpretado como una respuesta a la expansión de la OTAN, especialmente tras la adhesión de Finlandia y Suecia, que duplicó la frontera terrestre de la OTAN con Rusia.
Además, Rusia ha incrementado su presencia militar en Bielorrusia, un aliado clave que limita con Polonia, un miembro de la OTAN. En Brest, cerca de la frontera polaca, Rusia y Bielorrusia realizaron ejercicios militares conjuntos en julio de 2024, lo que fue visto como una provocación por parte de la OTAN. También se reportó actividad en la base de Asipovichi, en Bielorrusia, donde imágenes satelitales de 2023 mostraron la posible construcción de instalaciones para almacenar armas nucleares, incluyendo misiles Iskander, según VSquare.org. Esto ha generado preocupaciones sobre la integración militar entre Rusia y Bielorrusia, con algunos analistas considerando al ejército bielorruso como una extensión de las fuerzas rusas.
Sin embargo, la capacidad de Rusia para desafiar directamente a la OTAN está limitada por su involucramiento en Ucrania. Informes indican que muchas de sus unidades cerca de Finlandia y los países bálticos, como la base de Pskov, han sido reducidas al 30% de su capacidad debido a despliegues en Ucrania. A pesar de esto, Rusia está reestructurando sus fuerzas, con planes de aumentar su ejército a 1.5 millones de soldados y priorizando el envío de equipos modernos a las fronteras con la OTAN, según el Carnegie Endowment for International Peace.
Por su parte, la OTAN ha respondido fortaleciendo su presencia en su flanco este. Desde 2016, ha establecido batallones multinacionales en países como Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, y tras la invasión de Ucrania en 2022, duplicó estos batallones a ocho. Finlandia también anunció en septiembre de 2024 la creación de una base de la OTAN en Mikkeli, a menos de 200 kilómetros de Rusia, como un mensaje claro de disuasión. Asimismo, países como Lituania están invirtiendo en proyectos militares significativos, como una base de 1.000 millones de dólares cerca de la frontera con Bielorrusia, según Newsweek.
En el contexto de las relaciones entre China e Israel discutidas previamente, es interesante notar que China, aunque no tiene bases militares cerca de la OTAN, ha mostrado un interés creciente en el Ártico, donde se autodenomina un "estado cercano al Ártico". Esto ha generado fricciones con la OTAN, como se vio en un foro ártico en 2022, donde el representante chino criticó a la alianza por aumentar tensiones. La colaboración entre China y Rusia, como los ejercicios navales conjuntos en el Mar de Bering en septiembre de 2022, añade otra capa de complejidad al desafío que Rusia plantea a la OTAN.
En conclusión, Rusia está desafiando a la OTAN con una creciente presencia militar cerca de sus fronteras, especialmente en Petrozavodsk, el Ártico y Bielorrusia, como una respuesta a la expansión de la alianza. Sin embargo, su capacidad para sostener este desafío a largo plazo está limitada por la guerra en Ucrania y la rápida respuesta de la OTAN en fortalecer su flanco este. La narrativa oficial de la OTAN presenta a Rusia como la principal amenaza, pero es crucial considerar que las acciones rusas también pueden ser una reacción a lo que percibe como un cerco estratégico por parte de la alianza, lo que subraya la dinámica de acción-reacción en esta escalada de tensiones.