

El nuevo buque, liderado por HD Hyundai Heavy Industries (HHI), está diseñado para coordinar operaciones con una amplia gama de drones aéreos, de superficie y submarinos, abarcando misiones como ataques de precisión, operaciones anfibias, seguridad de rutas marítimas y respuesta a desastres naturales. Este enfoque refleja las lecciones aprendidas de conflictos recientes, como la guerra en Ucrania, donde los drones han transformado la guerra naval, y responde a la necesidad de soluciones más flexibles y económicas. El buque, que desplazaría cerca de 30.000 toneladas, será el núcleo de la doctrina "Sea GHOST" de la Armada surcoreana, integrando drones de combate, reconocimiento y municiones merodeadoras, además de helicópteros de transporte y ataque.
El cambio de enfoque también responde a consideraciones de costos: reemplazar los F-35B por drones podría ahorrar al Ministerio de Defensa surcoreano casi 1.000 millones de dólares, según Defence Blog. Además, pruebas previas, como el vuelo del dron Gray Eagle STOL desde el buque anfibio ROKS Dokdo en noviembre de 2024, han demostrado la viabilidad de operar drones de ala fija desde plataformas navales surcoreanas, lo que respalda esta transición.
Sin embargo, la narrativa oficial merece escepticismo. Aunque el programa promete modernización y flexibilidad, no se han detallado los desafíos técnicos de integrar múltiples tipos de drones en un solo buque, especialmente en entornos de combate complejos. La Armada surcoreana aún depende de tecnología extranjera, como el Gray Eagle STOL de General Atomics, lo que podría limitar su autonomía tecnológica a largo plazo. Además, el abandono del CV-X podría reducir la capacidad de proyección de potencia de Corea del Sur en el Indo-Pacífico, donde China y Japón están fortaleciendo sus flotas de portaaviones, lo que sugiere que este cambio podría ser más una respuesta a restricciones presupuestarias que una decisión estratégica bien fundamentada.