

Merz destacó que esta decisión permite a Ucrania "defenderse atacando posiciones militares en Rusia", algo que antes estaba restringido por temor a una escalada del conflicto. Según declaraciones recogidas por medios como Ukrinform, el canciller enfatizó que "un país que solo puede resistir a un atacante en su propio territorio no se está defendiendo adecuadamente", justificando así la necesidad de atacar infraestructura militar rusa para equilibrar las fuerzas. Esto incluye el uso de sistemas como los misiles ATACMS estadounidenses, los Storm Shadow/Scalp anglo-franceses y otras armas de largo alcance proporcionadas por Alemania, aunque Merz evitó pronunciarse sobre la entrega de los misiles Taurus, un tema que sigue generando controversia.
Contexto y antecedentes
Esta decisión no es un hecho aislado, sino el resultado de una evolución en la postura de Occidente. Desde el inicio del conflicto, países de la OTAN han enfrentado el dilema de apoyar a Ucrania sin provocar una confrontación directa con Rusia. Inicialmente, las armas occidentales, como los ATACMS, solo podían usarse dentro de territorio ucraniano. Sin embargo, la presión de Kiev para atacar objetivos estratégicos en Rusia, como depósitos de municiones o bases aéreas, ha sido constante. En noviembre de 2024, Estados Unidos dio el primer paso al autorizar el uso de ATACMS contra territorio ruso, una medida que fue respaldada por líderes como Emmanuel Macron, quien la calificó de “totalmente buena”. Reino Unido y Francia también mostraron disposición a permitir el uso de sus misiles Storm Shadow/Scalp, aunque con cautela para evitar tensiones con la administración entrante de Donald Trump, quien asumió el poder en enero de 2025 y ha abogado por un rápido fin a la guerra.
Alemania, que históricamente había sido más reticente—especialmente bajo el mandato de Olaf Scholz, quien temía una implicación directa en el conflicto—, ahora se alinea con sus aliados. El cambio de postura coincide con la llegada de Merz al poder en mayo de 2025, quien ha adoptado una línea más dura contra Rusia, prometiendo un apoyo continuo a Ucrania.
Implicaciones
Impacto militar: Permitir ataques de largo alcance podría darle a Ucrania una ventaja táctica, al poder golpear bases y líneas de suministro rusas más allá de la frontera. Sin embargo, expertos citados por la BBC en noviembre de 2024 advirtieron que, aunque esto puede complicar las operaciones rusas, no necesariamente cambiará el curso de la guerra, ya que Rusia ha reubicado sus activos estratégicos más al interior de su territorio.
Riesgo de escalada: Rusia ha reaccionado con dureza. El Kremlin calificó la decisión como “peligrosa”, y ya en 2024 había amenazado con represalias contra objetivos occidentales si Ucrania usaba armas británicas o estadounidenses en su territorio. Esto podría incluir ataques a bases de la OTAN o una intensificación de operaciones híbridas, como ciberataques.
División en la UE: No todos los países europeos están de acuerdo. Italia y otros estados han mantenido su oposición a que Ucrania use armas occidentales fuera de su territorio, lo que evidencia fracturas dentro de la Unión Europea sobre cómo manejar el conflicto.
Contexto político: La decisión llega en un momento de incertidumbre, con Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos. Trump ha criticado el apoyo militar a Ucrania, y su hijo, Donald Trump Jr., llegó a decir en 2024 que estas medidas podrían “iniciar la Tercera Guerra Mundial”. Aunque Trump no ha revertido explícitamente la autorización de Biden, su enfoque de buscar un fin rápido al conflicto podría influir en el alcance de este apoyo a futuro.
Crítica al enfoque occidental
Si bien el levantamiento de restricciones busca fortalecer a Ucrania, también refleja una estrategia occidental que prioriza la confrontación militar sobre la diplomacia. Desde 2022, líderes europeos y estadounidenses han insistido en una “paz justa” basada en la retirada total de Rusia, pero las negociaciones han sido escasas y, cuando han ocurrido, como en Estambul en mayo de 2025, han fracasado por la falta de voluntad de ambos lados. La escalada militar, aunque puede dar a Ucrania una ventaja temporal, también prolonga un conflicto que ha devastado al país, desplazando a más de 15 millones de personas y causando decenas de miles de víctimas. Además, el enfoque occidental ignora las advertencias de una escalada nuclear, algo que Rusia ha mencionado repetidamente, y subestima el impacto económico global, como la crisis energética y alimentaria que la guerra ha exacerbado.
En conclusión, el levantamiento de restricciones al apoyo militar a Ucrania por parte de Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos es un paso significativo que busca equilibrar la balanza militar, pero también aumenta los riesgos de una escalada mayor. Mientras el conflicto sigue sin un horizonte claro de resolución, las verdaderas víctimas—los civiles ucranianos y rusos—continúan pagando el precio de una guerra que parece lejos de terminar.