

Un Análisis Crítico del Viaje de Javier Milei a Israel: Diplomacia, Ideología y Cuestionamientos
Una Agenda Diplomática con Tintes Ideológicos
Milei ha justificado su viaje como un gesto de apoyo al "legítimo derecho a la defensa" de Israel frente al terrorismo de Hamas, una postura que reiteró desde su campaña electoral y consolidó con su primera visita en febrero de 2024. Esta vez, el itinerario incluye reuniones con el primer ministro Benjamín Netanyahu, el presidente Isaac Herzog y un discurso en la Knéset, además de anunciar vuelos directos entre Buenos Aires y Tel Aviv con El Al. El Memorándum de Entendimiento busca reforzar la cooperación en seguridad, un tema sensible tras los atentados contra la AMIA y la embajada israelí en los años 90. Sin embargo, esta narrativa oficial choca con el contexto: Israel enfrenta críticas internacionales por su ofensiva en Gaza, que ha dejado miles de víctimas civiles, y la tregua con Hamas sigue siendo frágil. El respaldo incondicional de Milei, alineado con su admiración por el modelo económico y militar israelí, parece más un reflejo de su ideología libertaria y su cercanía personal con figuras como Netanyahu que una estrategia diplomática equilibrada.
El Premio Génesis, que incluye un millón de dólares que Milei donará a causas no especificadas, refuerza esta percepción. Si bien la fundación lo elogia por su apoyo a Israel y su gestión económica, el reconocimiento llega en un momento de crisis interna en Argentina, con inflación persistente y protestas sociales. ¿Es prudente que un líder destine recursos simbólicos a causas extranjeras mientras su país enfrenta desafíos urgentes? La falta de transparencia sobre el destino de los fondos alimenta sospechas de que este viaje responde más a una proyección personal que a intereses nacionales.
Riesgos Geopolíticos y Costos Domésticos
El viaje ocurre en un escenario de tensión internacional, con Irán y sus aliados como actores potenciales en el conflicto. La decisión de Milei de viajar bajo estrictas medidas de seguridad (abandonando vuelos comerciales tras advertencias del Ministerio de Seguridad) resalta los riesgos, especialmente tras el ataque iraní de abril de 2024. Apoyar a Israel en un contexto de guerra abierta podría posicionar a Argentina como blanco de represalias, un peligro que no parece haber sido evaluado públicamente. La comunidad judía argentina, históricamente afectada por atentados, podría verse expuesta, lo que contradice el discurso de protección que Milei promueve.
A nivel interno, la elección de este viaje genera críticas. Con una economía tambaleante y marchas de jubilados y universitarios en curso, la imagen de Milei en Tel Aviv contrasta con la urgencia de atender las demandas locales. La suspensión de viajes previos a Israel (marzo de 2025) por convulsión social sugiere que esta visita podría haber sido pospuesta nuevamente, pero la presión de su agenda internacional y su alianza con Netanyahu prevaleció. Esto plantea la pregunta: ¿prioriza Milei su imagen global sobre la gobernabilidad doméstica?
Una Narrativa Polarizante y Sus Contradicciones
La retórica de Milei sobre Israel resuena con su base libertaria, que lo ve como un defensor de la libertad frente a la "barbarie" del terrorismo. Sin embargo, esta postura ignora las complejidades del conflicto palestino-israelí, reduciéndolo a un maniqueísmo que omite el impacto humanitario en Gaza. Críticas desde sectores progresistas y posts en redes sociales lo acusan de complicidad con un "genocidio", un término que exagera pero refleja el descontento con su alineamiento unilateral. Incluso dentro de la comunidad judía argentina, voces como el director del Centro Ana Frank han cuestionado su belicismo, sugiriendo que su búsqueda de protagonismo incrementa riesgos para los judíos locales.
Además, el traslado pendiente de la embajada a Jerusalén, una promesa electoral, sigue siendo un punto de controversia. Aunque no figura en la agenda actual, su reiteración podría alienar a países árabes y complicar las exportaciones argentinas, como la carne, en un mercado clave. La falta de un balance diplomático evidencia una política exterior impulsiva, más guiada por afinidades personales que por estrategia.
Conclusión: Un Viaje de Imagen con Costos Ocultos
El viaje de Milei a Israel, aunque presentado como un fortalecimiento de lazos históricos y una defensa de principios, revela más sobre su proyecto personal que sobre los intereses de Argentina. Su apoyo incondicional a Israel, combinado con la recepción de un premio simbólico y la firma de acuerdos de seguridad, proyecta una imagen de líder global, pero a costa de ignorar las tensiones internas y los riesgos geopolíticos. La narrativa de solidaridad con Israel choca con la realidad de un país que necesita soluciones locales, y su enfoque unilateral podría costarle caro en términos diplomáticos y sociales. Mientras Milei posa ante el Muro de las Lamentaciones, la pregunta persiste: ¿quién paga el precio de esta diplomacia de espectáculo?