En los últimos días, reportes indican que los disturbios en Los Ángeles comenzaron el 6 de junio de 2025, desencadenados por redadas migratorias de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) que apuntaron a lugares como el Distrito de la Moda. Estas operaciones, parte de un endurecimiento de las políticas migratorias de Trump, provocaron protestas masivas que escalaron a enfrentamientos con la policía, saqueos y bloqueos en la autopista 101. El despliegue de 2,000 efectivos de la Guardia Nacional, ordenado por Trump sin el consentimiento del gobernador Gavin Newsom, exacerbó las tensiones, con acusaciones de intervención federal ilegal y denuncias de infiltrados anarquistas violentos. Sin embargo, estas afirmaciones, basadas en reportes de medios y publicaciones en redes, carecen de verificación oficial y podrían estar infladas por agendas políticas.

Históricamente, California ha sido escenario de disturbios ligados a desigualdades raciales y abusos policiales. Los disturbios de Watts (1965) surgieron tras un arresto rutinario que derivó en una revuelta por pobreza y brutalidad policial, dejando 34 muertos y millones en daños. Más emblemáticos fueron los disturbios de Los Ángeles de 1992, tras la absolución de cuatro policías que golpearon a Rodney King, un hombre negro, en un video que expuso el racismo institucional. Estos eventos, que dejaron 63 muertos y $1,000 millones en pérdidas, reflejaron décadas de marginación en comunidades negras y latinas, amplificada por la mala gestión policial bajo Daryl Gates.

Otros episodios, como los Zoot Suit Riots de 1943, involucraron ataques de militares y civiles contra jóvenes latinos por su vestimenta, evidenciando prejuicios raciales en tiempos de guerra. Más recientemente, las protestas de 2020 por George Floyd también se extendieron a California, con disturbios en Los Ángeles y Oakland, alimentados por la misma indignación contra la brutalidad policial.

El origen de estos disturbios combina factores estructurales —desigualdad económica, racismo sistémico y desconfianza en las instituciones— con desencadenantes específicos, como decisiones judiciales o políticas migratorias. La narrativa oficial tiende a culpar a "agitadores externos" o "delincuentes", pero esto puede subestimar las causas profundas, como la exclusión social y la polarización política. Sin datos concluyentes sobre los eventos de 2025, el patrón sugiere que los disturbios son tanto una respuesta a políticas actuales como un eco de injusticias históricas, con el riesgo de que la intervención militar agrave el conflicto en lugar de resolverlo.