

20 de junio: Día de la Bandera, un símbolo inquebrantable del amor argentino
Cada 20 de junio, los argentinos conmemoramos el Día de la Bandera, una fecha que trasciende lo meramente histórico para convertirse en un canto al orgullo, la identidad y el amor profundo por nuestra patria. Este día, instituido en honor al fallecimiento de Manuel Belgrano en 1820, creador de nuestra enseña nacional, nos invita a reflexionar sobre lo que significa ser argentino y el valor innegociable de nuestra bandera celeste y blanca.
La bandera argentina, con sus colores que evocan el cielo y la pureza de nuestros ideales, es mucho más que un pedazo de tela. Es el emblema de nuestra soberanía, de nuestras luchas, de nuestra historia y de nuestros sueños colectivos. Desde los campos de batalla donde Belgrano la enarboló por primera vez, hasta las plazas donde hoy los niños juran lealtad con el corazón henchido de orgullo, la bandera es el símbolo que une a todos los argentinos de bien, sin distinción de credos, ideas o procedencias.
En cada pliegue de la bandera celeste y blanca se tejen historias de sacrificio y resistencia. Es el estandarte que acompañó a los héroes de la independencia, que flameó en las Malvinas defendiendo nuestra soberanía, y que hoy se alza en cada rincón del país como un recordatorio de nuestra identidad inquebrantable. Los argentinos de bien, aquellos que llevamos a la patria en el alma, sabemos que la bandera no es negociable. No puede ser reemplazada, mancillada ni subordinada a intereses espurios, ya sean internos o foráneos. Nuestra bandera no se doblega ante modas pasajeras, agendas extranjeras o intenciones que busquen desvirtuar lo que somos como nación.
El amor por la bandera es un amor puro, desinteresado, que no pide nada a cambio más que el compromiso de honrarla con nuestras acciones. Es el amor de los maestros que enseñan a sus alumnos a cantarle al sol de mayo, de los soldados que la custodian con su vida, de los ciudadanos que la alzan en cada acto patrio con la certeza de que representa lo mejor de nosotros. Es un amor que no entiende de divisiones, porque la bandera nos abraza a todos por igual, recordándonos que, a pesar de nuestras diferencias, somos un solo pueblo bajo un mismo cielo.
En este 20 de junio, renovemos nuestro juramento de lealtad a la bandera. Que su presencia nos inspire a construir una Argentina más justa, libre y soberana. Que nunca permitamos que intereses mezquinos o externos pretendan opacarla o reemplazarla, porque la bandera celeste y blanca es, y será siempre, el corazón de nuestra patria. ¡Viva la bandera argentina, viva la patria!