

Esta narrativa se basó en informes de inteligencia que afirmaban que Irak representaba una amenaza inminente para la seguridad global, respaldada por discursos de funcionarios como Colin Powell en la ONU, donde presentó supuestas pruebas de programas de ADM.
Sin embargo, tras la invasión, las inspecciones exhaustivas lideradas por la ONU y el Grupo de Inspección de Irak (ISG) concluyeron que no había evidencia de ADM activas ni programas operativos en Irak. El ISG, en su informe de 2004, encontró que, aunque Irak había tenido programas de armas químicas y biológicas en el pasado, estos fueron abandonados tras la Guerra del Golfo de 1991, y las capacidades nucleares estaban inactivas desde entonces. La ausencia de ADM desató críticas globales, cuestionando la legitimidad de la invasión y sugiriendo que otras motivaciones, como intereses geopolíticos, control de recursos petroleros o el cambio de régimen, podrían haber influido en la decisión.