

La adquisición de vehículos blindados Stryker: Un desafío financiero insostenible para las Fuerzas Armadas argentinas
Un presupuesto insuficiente para una ambición desmedida
El presupuesto de Defensa para 2025, propuesto por el gobierno de Javier Milei, asciende a 2.811,882 millones de pesos (aproximadamente 2.200 millones de dólares), equivalente al 0,31% del PIB, un nivel históricamente bajo que apenas cubre gastos operativos básicos. La adquisición de los Stryker, cuyo costo inicial estimado supera los 380 millones de dólares según proyecciones previas, representa una carga financiera desproporcionada frente a un fondo asignado al Fondo Nacional de Defensa (FONDEF) de solo 71.304 millones de pesos (unos 55 millones de dólares). Este desajuste sugiere que el financiamiento dependerá casi exclusivamente de créditos externos, una estrategia que expone a Argentina a riesgos de deuda insostenible y a condiciones impuestas por acreedores.La experiencia reciente con la compra de F-16 a Dinamarca, que también recurre a préstamos, ilustra esta dependencia. Sin un aumento significativo en el presupuesto de defensa o una reasignación de recursos, el mantenimiento, el entrenamiento del personal y los repuestos de los Stryker —cuyos costos operativos anuales pueden superar los 10 millones de dólares por unidad según estándares internacionales— podrían colapsar las finanzas militares en pocos años. El gobierno no ha detallado cómo planea cubrir estos gastos recurrentes, lo que alimenta las dudas sobre la sostenibilidad del proyecto.Infraestructura y logística: Una base frágilLa capacidad de respaldar esta inversión se ve aún más comprometida por la precaria infraestructura y logística del Ejército Argentino. Las bases militares sufren deterioro edilicio, la falta de repuestos afecta el mantenimiento de equipos existentes, y el personal ha visto reducidos sus días de adiestramiento a niveles mínimos (11 días proyectados para 2025). Incorporar vehículos tan avanzados como los Stryker, que requieren tecnología especializada y un alto nivel de preparación, choca con una fuerza armada que carece de los recursos para operar y mantener su inventario actual. Sin una inversión paralela en infraestructura y capacitación —cuya magnitud no está contemplada en el presupuesto—, los Stryker podrían convertirse en activos ociosos, agravando el déficit operativo.Contexto económico y prioridades contradictoriasLa crisis económica argentina, marcada por una inflación acumulada del 211% en 2024 y una devaluación del peso, limita aún más la capacidad de respaldar esta adquisición.
El gobierno de Milei ha priorizado la austeridad fiscal, recortando subsidios y ajustando salarios, lo que incluye al personal militar, cuyos ingresos reales han caído drásticamente. Esta política contradice la narrativa de modernización, ya que un ejército subfinanciado no puede absorber inversiones de esta envergadura sin comprometer otras áreas críticas, como la seguridad interna o la defensa de espacios marítimos.Además, la dependencia de financiamiento externo bajo el programa FMS implica no solo costos de interés, sino también una alineación estratégica con Estados Unidos que podría limitar la autonomía militar argentina. Países como Bulgaria, que adquirió 198 Stryker por 1.208 millones de dólares, cuentan con economías y presupuestos de defensa más robustos (alrededor del 1,5% del PIB), mientras que Argentina, con un 0,31%, carece de la base económica para emular un compromiso similar.Riesgos estratégicos y cuestionamientosLa imposibilidad de sostener financieramente el acuerdo pone en riesgo la soberanía militar del país.
Expertos han advertido que, sin un plan de largo plazo, los Stryker podrían quedar como símbolos de modernización sin impacto real, mientras las Fuerzas Armadas siguen incapaces de cumplir misiones básicas. La falta de transparencia sobre los términos del financiamiento y la ausencia de un debate público sobre las prioridades defensivas refuerzan la percepción de que esta adquisición responde más a una agenda geopolítica que a las necesidades reales del Ejército.
En conclusión, la firma de la carta de aceptación para los Stryker, aunque ambiciosa, evidencia una desconexión entre las intenciones del gobierno de Milei y la realidad financiera de Argentina. Sin un respaldo económico sólido y una estrategia integral, esta inversión corre el peligro de agravar el deterioro de las Fuerzas Armadas, convirtiendo un proyecto de modernización en una carga insostenible para el futuro.