martes 08 de julio de 2025 - Edición Nº246

Nacionales | 7 jul 2025

El Stryker: Una Elección Cuestionable para la Topografía Argentina

La reciente adquisición de vehículos blindados Stryker 8x8 por parte del gobierno argentino, liderado por el ministro de Defensa Luis Petri, ha desatado un debate sobre su idoneidad para las Fuerzas Armadas Argentinas, especialmente en el contexto de la diversa y desafiante topografía del país.


El Stryker: Una Elección Cuestionable para la Topografía Argentina

Si bien el Stryker es promocionado como una plataforma versátil y moderna, un análisis crítico revela que su diseño no se alinea con las necesidades geográficas, operativas y económicas de Argentina, destacando su falta de capacidad anfibia, altos costos de mantenimiento y limitaciones en terrenos específicos.La topografía argentina abarca una amplia gama de entornos, desde las extensas llanuras pampeanas y los humedales del Litoral, con ríos como el Paraná y el Uruguay, hasta las montañas patagónicas y los terrenos accidentados de la Cordillera de los Andes.

El Stryker, diseñado por General Dynamics Land Systems para el Ejército de Estados Unidos, no es anfibio, lo que constituye una desventaja significativa. Aunque puede vadear cursos de agua poco profundos hasta la altura de sus ruedas (aproximadamente 1 metro), esta capacidad es insuficiente para operar en regiones donde los cruces de ríos y las zonas alagadas son comunes. En contraste, vehículos como el Guarani 6x6 brasileño, que fue considerado previamente, incluyen diseño anfibio, permitiendo una mayor adaptabilidad a estas condiciones.

La falta de esta característica en el Stryker limita su utilidad en operaciones de patrullaje o respuesta a emergencias en áreas inundables, un escenario recurrente en Argentina.Otro punto crítico es el alto costo de mantenimiento del Stryker, un factor que pone en jaque la sostenibilidad financiera del programa. Con un costo inicial por unidad que oscila entre 1.4 y 4.9 millones de dólares, según datos históricos de su producción, los gastos asociados a repuestos, actualizaciones y logística son prohibitivos para un país con restricciones presupuestarias como Argentina.

Reportes han señalado que el Ejército de EE.UU. enfrentó problemas de inventario de piezas por casi 900 millones de dólares durante la Guerra contra el Terror, lo que sugiere una dependencia crítica de la cadena de suministro estadounidense. Para Argentina, esto implica no solo un costo elevado a largo plazo, sino también la vulnerabilidad de depender de importaciones en un contexto de fluctuaciones económicas y devaluación del peso. Además, la experiencia en conflictos como Irak y Afganistán reveló fallos mecánicos, como problemas con el motor y el sistema de frenos, agravados por el lodo y el desgaste en terrenos variados, lo que podría complicar su mantenimiento en regiones remotas argentinas con infraestructura limitada.La idoneidad del Stryker para la topografía argentina también se ve cuestionada por su diseño y rendimiento en terrenos específicos.

Aunque su tracción 8x8 y su motor Caterpillar de 350 HP le otorgan movilidad en terrenos abiertos, su centro de gravedad elevado aumenta el riesgo de vuelcos, un problema documentado en operaciones estadounidenses. En las altitudes de la Patagonia o los Andes, donde el aire más delgado afecta el rendimiento del motor, el Stryker podría enfrentar dificultades, como se observó en pruebas en Ladakh, India, donde un motor de 300 HP resultó insuficiente, requiriendo una actualización a 600 HP. Para Argentina, esto sugiere que el vehículo necesitaría modificaciones costosas para adaptarse a altitudes elevadas, algo que no se ha contemplado en el acuerdo inicial. Asimismo, su peso (alrededor de 19 toneladas) y dimensiones lo hacen menos ágil en áreas urbanas densas o senderos estrechos, comunes en operaciones de seguridad interna.La decisión de optar por el Stryker, en lugar de alternativas regionales como el Guarani, parece más un reflejo de alineación geopolítica con Estados Unidos que de una evaluación técnica rigurosa.

Mientras el Guarani ofrece una producción local que podría revitalizar la industria argentina y un costo estimado 32 millones de dólares menor para un paquete similar, el Stryker impone una carga económica y logística que podría desbordar las capacidades del Ejército Argentino. La narrativa oficial destaca la interoperabilidad con OTAN y la modernización, pero ignora las limitaciones prácticas que este vehículo enfrenta en el contexto nacional. En un país donde la soberanía defensiva y la eficiencia presupuestaria son prioridades, la elección del Stryker plantea serias dudas sobre su viabilidad, sugiriendo que una alternativa más adaptada a la realidad geográfica y económica de Argentina habría sido más acertada.

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