

Esta afirmación, que ha circulado ampliamente en medios y redes sociales, parece reflejar una escalada en el conflicto, con enfrentamientos que han dejado al menos 11 muertos y 14 heridos en territorio tailandés, según reportes iniciales. Las imágenes y testimonios sugieren el uso de armamento pesado, incluyendo un Sistema de Cohetes de Lanzamiento Múltiple RM-70 por parte del Real Ejército de Camboya, lo que ha intensificado la crisis.Sin embargo, la narrativa oficial tailandesa no ha confirmado formalmente un abandono total de las negociaciones, y algunos posts en redes sociales atribuyen a Shinawatra una postura más matizada, indicando que los combates deben cesar antes de reanudar diálogos.
Esta discrepancia podría deberse a la presión interna tras su reciente suspensión por una llamada filtrada con el exlíder camboyano Hun Sen, que la acusó de debilitar al Ejército tailandés, o a una estrategia para apaciguar el nacionalismo exacerbado en el país. La suspensión de Shinawatra, efectiva desde principios de julio, ha dejado a un primer ministro interino en funciones, lo que podría complicar la cadena de mando y dar más peso a una intervención militar.
Dado el historial de disputas territoriales, como la del templo de Preah Vihear, y la reciente retirada del embajador tailandés en Camboya tras incidentes con minas terrestres, la declaración podría ser tanto un mensaje político interno como una señal de escalada militar. Sin embargo, sin un comunicado oficial claro o una resolución del conflicto en curso, estas palabras deben tomarse con cautela, ya que podrían estar amplificadas o tergiversadas por la polarización y la desinformación en un momento de crisis. La situación sigue evolucionando, y el papel del Ejército tailandés será clave en las próximas horas.