

Esta reacción se produce después de que Macron declarara su intención de formalizar el reconocimiento de Palestina ante la Asamblea General de la ONU en septiembre, posicionando a Francia como potencialmente el primer país del G7 en dar este paso.Netanyahu argumenta que un estado palestino en las actuales condiciones sería una plataforma para la aniquilación de Israel, alineándose con la narrativa de su gobierno de que cualquier reconocimiento unilateral beneficia a Hamas y a la influencia iraní en la región.
Esta postura refleja el rechazo histórico de Israel a soluciones que no incluyan negociaciones directas, especialmente tras los ataques de octubre de 2023, que dejaron un saldo de más de 1,200 muertos y desencadenaron una ofensiva militar en Gaza con un costo humanitario devastador, incluyendo más de 59,000 víctimas palestinas según reportes locales.
Sin embargo, la crítica de Netanyahu debe analizarse con escepticismo. Su acusación de "recompensar al terrorismo" parece más un recurso político para movilizar a su base y presionar a aliados occidentales, como Francia, que una evaluación objetiva del impacto diplomático. Macron, por su parte, ha enmarcado su decisión como un impulso a la paz y una respuesta a la crisis humanitaria en Gaza, donde la ONU ha advertido de una "masa de inanición" causada por el bloqueo israelí. Esta discrepancia pone en evidencia un choque de narrativas: mientras Israel ve el reconocimiento como una amenaza existencial, Francia lo presenta como un paso hacia una solución de dos estados.La posibilidad de que Francia lidere a los G7 en este reconocimiento ha generado reacciones mixtas.
Países como España e Irlanda ya han reconocido a Palestina, pero el peso de un miembro del G7 podría influir en otros, como el Reino Unido o Canadá, aunque la oposición de Estados Unidos bajo la administración Trump, que ha calificado la decisión como "irresponsable", podría limitar su alcance. La situación sigue siendo volátil, y la retórica de Netanyahu podría escalar las tensiones, especialmente si Francia prosigue con su plan en septiembre, desafiando tanto a Israel como a sus propios aliados transatlánticos.