

Este misil aire-aire de largo alcance, desarrollado por Raytheon Technologies, forma parte de un paquete de armamento asociado a la adquisición de 24 cazas F-16 Fighting Falcon provenientes de Dinamarca, un acuerdo valuado en aproximadamente 941 millones de dólares y aprobado en 2025. Con un alcance superior a 160 km, una velocidad que supera Mach 4 y un sistema de guía activa por radar que permite la capacidad "disparar y olvidar", el AIM-120C-8 promete transformar las capacidades defensivas argentinas, posicionándola como una potencia aérea destacada en América Latina.
Este apodo, que evoca una solución definitiva y precisa, surge en medio de un renovado interés por fortalecer la defensa nacional, especialmente en un contexto regional donde países como Chile operan versiones anteriores del AMRAAM (AIM-120C-7) y Brasil depende de otros sistemas. Sin embargo, el entusiasmo debe ser matizado.
La efectividad real del misil dependerá de la integración con los F-16 Block 10 y 15 MLU, cuyos radares son menos avanzados que los de otros modelos regionales, y de la capacitación del personal. Además, la narrativa de "bala de plata" podría ser amplificada por un optimismo oficial o mediático que no considera plenamente los desafíos logísticos y la posible obsolescencia tecnológica frente a sistemas más modernos reservados para EE. UU. y sus aliados selectos. Mientras el misil representa un avance significativo, su impacto real en el equilibrio de poder aéreo aún está por demostrarse en la práctica.