

Este interés, que ha surgido en el contexto de la modernización naval argentina en 2025, se alinea con la necesidad de reemplazar buques obsoletos como el ARA Hércules y el ARA Heroína, dados de baja en los últimos años. Las Maestrale, diseñadas originalmente para guerra antisubmarina con capacidades antiaéreas y ant superficies, podrían ofrecer una solución versátil, aunque su estado operativo y costos de mantenimiento suscitan dudas.
Curiosamente, esta opción también fue considerada por la Armada de Ecuador en 2024, que exploró la compra de las fragatas F 571 Grecale y F 572 Libeccio por unos 120 millones de euros, incluyendo soporte técnico e insumos. Sin embargo, no se concretó el acuerdo, posiblemente por limitaciones presupuestarias o preferencias por otras alternativas. El interés compartido entre ambos países sugiere una estrategia regional para aprovechar el excedente de material europeo, pero la narrativa oficial argentina no detalla si las negociaciones están avanzadas o si enfrentan obstáculos similares a los de Ecuador, como la falta de fondos o la necesidad de modernización.
Dado que las Maestrale tienen más de 40 años de diseño y su tecnología podría estar desactualizada frente a amenazas modernas, la decisión de Argentina podría reflejar más una necesidad urgente de equipamiento que una apuesta estratégica a largo plazo. Además, la coincidencia con la adquisición de F-16 y misiles AMRAAM plantea preguntas sobre la coherencia de la planificación naval, especialmente si los recursos se distribuyen sin un enfoque claro. Sin detalles concretos sobre plazos o financiación, esta consideración parece más un paso exploratorio que un compromiso firme, y su viabilidad dependerá de la voluntad política y las prioridades económicas en un contexto de restricciones presupuestarias