

Esta iniciativa forma parte del programa Artemis, que busca establecer una presencia humana sostenible en el polo sur lunar, y se enmarca como una respuesta estratégica a las ambiciones de Beijing y Moscú.Sin embargo, esta narrativa debe ser analizada con cautela. La urgencia de Duffy podría estar motivada más por una competencia geopolítica que por necesidades técnicas, especialmente considerando los recortes presupuestarios que han reducido el financiamiento de la NASA al nivel más bajo desde 1961.
La idea de un "keep-out zone" que el primero en llegar podría declarar plantea dudas legales, ya que el derecho internacional, incluida la falta de adhesión de China y Rusia a los Acuerdos Artemis, no reconoce plenamente estas reclamaciones. Además, la viabilidad de un reactor lunar en tan corto plazo, con desafíos como el transporte de 15 toneladas de carga y la adaptación a la baja gravedad, sigue siendo incierta, sugiriendo que esta carrera podría ser más un ejercicio de propaganda que una meta alcanzable en el horizonte inmediato.