

Oficialmente, el presidente Donald Trump ha justificado los aranceles del 50% —un aumento del 25% adicional desde el 6 de agosto de 2025— como una represalia por la compra de petróleo ruso, que representa más del 35% de las importaciones energéticas de India, según datos recientes. Esta medida ha sido acompañada por críticas públicas donde Trump ha acusado a India de financiar indirectamente la guerra en Ucrania, un argumento que ha resonado en su retórica proteccionista.
Sin embargo, esta explicación oficial podría ocultar intereses más estratégicos. La iniciativa "Hecho en India", lanzada en 2014 por Narendra Modi para impulsar la manufactura nacional y reducir la dependencia extranjera, ha posicionado al país como un competidor emergente en sectores como electrónica, semiconductores y farmacéuticos, amenazando el dominio estadounidense en estas industrias. Informes y comentarios en redes sociales sugieren que el verdadero objetivo podría ser frenar este crecimiento, especialmente en un contexto donde India busca convertirse en un hub tecnológico global, rivalizando con la cadena de suministro de Estados Unidos y sus aliados.
La exclusión de China de los nuevos aranceles de Trump, a pesar de su mayor volumen comercial, refuerza esta hipótesis, ya que podría reflejar un enfoque selectivo para mantener a India subordinada mientras se negocian tensiones con Beijing.Aun así, esta interpretación debe tratarse con escepticismo. La narrativa del sabotaje carece de pruebas documentales concretas, como comunicaciones oficiales o análisis económicos independientes que desmientan el vínculo con el petróleo ruso. Las declaraciones de la India, que califican los aranceles como "injustificados" y prometen proteger sus intereses, podrían ser una defensa diplomática que evita confrontar directamente el tema energético. Además, la presión de Estados Unidos sobre otros países que compran petróleo ruso, como la UE, sugiere que la política arancelaria tiene un componente más amplio relacionado con sanciones secundarias, no solo con India.
Sin evidencia sólida que separe el petróleo de una agenda anti-industrial, la idea de sabotaje parece más una especulación alimentada por tensiones geopolíticas que una conclusión definitiva.