

Estos rumores se han intensificado tras el despliegue de buques de guerra, incluyendo tres destructores y cerca de 4,000 marines, en aguas del Caribe cerca de Venezuela, anunciado como una operación contra el narcotráfico y el Cartel de los Soles, al que Washington vincula directamente con Maduro. La duplicación de la recompensa a 50 millones de dólares por su captura y las declaraciones beligerantes de la Casa Blanca, afirmando que Maduro es un "narcoterrorista" y no un líder legítimo, han alimentado estas especulaciones.Sin embargo, estas afirmaciones deben tratarse con escepticismo.
La narrativa oficial de EE. UU. se centra en presionar al régimen mediante un cerco estratégico, combinando presencia naval con sanciones, más que en una invasión directa, como lo sugieren analistas que ven el despliegue como una táctica para forzar negociaciones internas o la devolución de migrantes. Maduro, por su parte, ha respondido movilizando 4.5 millones de milicianos y denunciando una amenaza imperialista, lo que podría ser más propaganda que una capacidad real.
La oposición, liderada por figuras como María Corina Machado, ha elogiado la presión externa, pero líderes como Henrique Capriles rechazan una intervención militar, argumentando que podría desestabilizar aún más el país.La historia muestra precedentes de rumores similares en 2019 y 2020 que no se concretaron, y la falta de autorización congressional en EE. UU. para un conflicto armado limita las posibilidades de una acción militar directa. Además, países vecinos como Colombia y México han advertido contra una invasión, temiendo un efecto dominó regional. Aunque el sentimiento en redes refleja esperanza entre algunos venezolanos en el exilio y preocupación interna, la evidencia concreta de una intervención inminente es insuficiente, y el escenario más probable sigue siendo una presión sostenida sin escalar a guerra abierta, al menos por ahora.