

El humillante "récord mundial" de la Fuerza Aérea de Qatar: Bombardearon su propia capital sin enterarse
A pesar de contar con uno de los arsenales aéreos más modernos del mundo —incluyendo cazas Rafale, Eurofighter Typhoon y F-15QA, respaldados por sistemas antiaéreos Patriot y NASAMS—, Qatar permitió que su soberanía fuera violada en pleno corazón urbano, exponiendo la fragilidad de su postura de "neutralidad armada". Este incidente no solo mató a seis personas, incluyendo un miembro de las fuerzas de seguridad qataríes, sino que ha convertido a Doha en el blanco de un ataque aéreo enemigo por primera vez en su historia moderna, un récord que nadie en el emirato deseaba ostentar.
Qatar, un diminuto emirato con un presupuesto de defensa que supera los 20.000 millones de dólares anuales, ha invertido masivamente en su Fuerza Aérea Emiri para proyectar poder y disuadir amenazas regionales. Su flota incluye 36 Rafale adquiridos a Francia en 2015, 24 Eurofighter Typhoon del Reino Unido y 36 F-15QA "Advanced Eagle" de Estados Unidos, entregados entre 2021 y 2024, equipados con radares AESA de última generación y misiles de largo alcance como el Meteor y el AIM-120D. Estos aviones, valorados en miles de millones, representan lo más avanzado en tecnología de combate aéreo, con capacidades stealth parciales y sistemas de guerra electrónica que deberían hacer impenetrable su espacio aéreo. Sin embargo, durante el ataque israelí, ninguno de estos cazas despegó a tiempo, ni los radares detectaron la aproximación de los jets israelíes —probablemente F-35I Adir con reabastecimiento en vuelo— que lanzaron más de 10 bombas de precisión sobre un complejo residencial en el barrio de West Bay Lagoon, donde se reunía la cúpula política de Hamás.
Testigos reportaron explosiones masivas y humo negro elevándose sobre la ciudad, cerca de escuelas y embajadas, sin que las defensas qataríes reaccionaran hasta después del impacto.
El objetivo del bombardeo, reivindicado por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el Shin Bet, era eliminar a líderes de Hamás como Khalil al-Hayya, responsables directos de la masacre del 7 de octubre de 2023 y la guerra subsiguiente. El ataque, denominado "Operación Cumbre de Fuego", se ejecutó con misiles aire-tierra de standoff —posiblemente Delilah o Spice— que eludieron por completo los sistemas de defensa. Qatar, mediador clave en las negociaciones de alto el fuego en Gaza junto a EE.UU. y Egipto, alberga desde 2011 la oficina política de Hamás en Doha, lo que la convertía en un santuario teóricamente seguro. Pero la intrusión israelí, la primera en territorio de un estado del Golfo Pérsico, reveló que este santuario era ilusorio. Al menos seis murieron: el hijo y un asistente de al-Hayya, varios miembros de Hamás y el cabo Bader Saad Mohammed Al-Humaidi Al-Dosari de las fuerzas de seguridad internas de Qatar (Lekhwiya), quien estaba de guardia en el sitio.
Hamás confirmó que su equipo negociador sobrevivió, pero el incidente ocurrió precisamente mientras discutían la propuesta de paz de Donald Trump, complicando aún más los esfuerzos diplomáticos.
La "hazaña" defensiva de Qatar —o más bien su ausencia— ha generado especulaciones en círculos militares sobre si Doha permitió tácitamente el ataque para presionar a Hamás a aceptar el ceasefire, o si fue una humillación genuina. Ni los Rafale ni los Typhoon despegaron, no se activaron interceptores Patriot, y los radares no registraron persecución alguna, a pesar de que la base aérea de Al Udeid —hogar de 10.000 tropas estadounidenses y sede del Mando Central (CENTCOM)— está a solo 40 km de Doha.
Expertos señalan que Israel, con su doctrina de strikes profundos probada en operaciones como "Opera" (1981 contra Irak) y "Orchard" (2007 contra Siria), infiltró el espacio aéreo qatarí volando sobre Arabia Saudita o Irak, posiblemente con coordinación implícita de aliados del Golfo. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, asumió la "responsabilidad total" del ataque como represalia por un atentado en Jerusalén que mató a seis personas el día anterior, incluyendo un español.
La reacción internacional ha sido unánime en condenar la violación de soberanía. Qatar lo calificó de "terrorismo de estado" y "violación flagrante del derecho internacional", reservándose el derecho a responder, mientras su emir, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, llamó a Trump para denunciarlo.
El secretario general de la ONU, António Guterres, lo tildó de "flagrante violación de la soberanía de Qatar", y líderes como Emmanuel Macron, Keir Starmer y el Papa León XIV repudiaron la escalada.
Incluso EE.UU. expresó "desaprobación", con la Casa Blanca lamentando que el bombardeo en un "aliado cercano" no avance los objetivos de paz, aunque Trump había sido notificado en el último minuto.
Países árabes como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos cerraron filas con Doha, temiendo repercusiones en la normalización con Israel.Este "récord" expone las limitaciones de Qatar: pese a su flota de élite y alianzas con Occidente, su dependencia de mediación diplomática lo deja vulnerable. Analistas predicen que Doha revisará sus protocolos de defensa, posiblemente integrando más IA en radares o expandiendo alianzas con EE.UU., pero el daño a su imagen como "oasis neutral" es irreparable. En un Golfo volátil, donde Irán ya atacó Al Udeid en junio de 2025 sin mayores consecuencias, este incidente subraya que la riqueza petrolera no garantiza invulnerabilidad. Qatar debe actuar rápido, o su "récord mundial" podría repetirse