

El incidente se produce en el marco de un masivo ataque aéreo ruso contra Ucrania, que incluyó más de 415 drones y 40 misiles lanzados contra objetivos en el oeste del país, particularmente en las regiones de Volinia y Leópolis, adyacentes a la frontera polaca. Según el Comando Operacional de las Fuerzas Armadas polacas, los radares detectaron al menos 19 objetos "intrusos" —principalmente drones de diseño iraní utilizados por Rusia— que cruzaron la frontera, posiblemente de manera intencional desde Bielorrusia, aliada de Moscú. Estos drones, volando a baja altitud y con trayectorias erráticas, penetraron hasta 50 km en territorio polaco, amenazando áreas como las provincias de Podlaquia, Mazovia y Lublin. En respuesta, Polonia activó inmediatamente sus procedimientos defensivos: cazas F-16 polacos despegados desde bases en el este, respaldados por F-35 de Países Bajos e Italia, y aviones AWACS de la OTAN, derribaron al menos siete de estos drones mediante misiles AIM-120 AMRAAM y sistemas terrestres Patriot alemanes. No se reportan víctimas, pero restos de los aparatos fueron encontrados en localidades como Czesniki, Wyryki-Kolonia y Zamosc, cerca de la frontera ucraniana.
Tomczyk, en su declaración, subrayó la gravedad de la situación: "Sobre Polonia continúa la operación de neutralización de objetos que han violado y cruzado la frontera del país. Todos los servicios polacos están en alerta máxima". Esta es la primera vez desde el inicio de la guerra en Ucrania que un miembro de la OTAN derriba activamente drones rusos en su propio territorio, marcando un precedente en la escalada del conflicto. El primer ministro Tusk calificó el evento como una "provocación a gran escala" y un "acto de agresión" que representa una amenaza directa para la seguridad de los ciudadanos polacos, invocando el Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte para consultar con aliados sobre la integridad territorial. Tusk confirmó que se encuentra en "contacto constante" con el presidente Nawrocki y el ministro de Defensa Władysław Kosiniak-Kamysz, y que ha recibido informes directos del comandante operacional. Aeropuertos clave como el de Varsovia Chopin, Rzeszów-Jasionka y Lublin fueron cerrados temporalmente, desviando vuelos y activando avisos a la aviación civil de EE.UU. sobre "actividades militares no planificadas".
La respuesta internacional ha sido inmediata y unificada. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, está en "contacto constante" con Tusk, Nawrocki y Kosiniak-Kamysz, y ha convocado una reunión de emergencia de los 32 embajadores de la alianza para discutir el incidente. La jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, lo describió como una "violación intencional" que demuestra que "la guerra de Rusia está escalando, no terminando", y abogó por elevar los costos a Moscú mediante más sanciones y apoyo a Ucrania. Líderes como el presidente francés Emmanuel Macron lo tildaron de "inaceptable", la primera ministra italiana Giorgia Meloni expresó "solidaridad total" con Polonia, y el primer ministro sueco Ulf Kristersson lo calificó de "inaceptable". Desde EE.UU., el congresista Joe Wilson lo llamó un "acto de guerra" contra un aliado de la OTAN, mientras el senador Dick Durbin advirtió que Putin está "poniendo a prueba nuestra determinación". El presidente ucraniano Volodímir Zelenski urgió una "respuesta fuerte y conjunta" de Polonia, Europa y EE.UU., confirmando que al menos ocho drones Shahed se dirigieron hacia territorio polaco.
Por su parte, Rusia niega cualquier intención de atacar Polonia, afirmando que "no se planearon objetivos en territorio polaco" y que los drones fueron bloqueados en sus sistemas de navegación, posiblemente de manera accidental. El Ministerio de Defensa ruso reportó la destrucción de 122 drones ucranianos en su propio territorio, pero evitó comentar directamente el incidente polaco. Bielorrusia, a través de su viceministro de Defensa Pavel Muravyeika, insistió en que las incursiones fueron "accidentales" debido a fallos de navegación. Sin embargo, analistas como el asesor ucraniano Mykhailo Podolyak ven en esto una "estrategia consciente" de Moscú para probar las defensas de la OTAN, especialmente en vísperas de los ejercicios Zapad-2025 ruso-bielorrusos, programados del 13 al 16 de septiembre, que simularán repeler ataques aéreos y sabotajes.
Este suceso, el más grave desde la caída de un misil ucraniano en Przewodów en 2022, subraya la porosidad de las fronteras en el contexto de la guerra en Ucrania. Polonia, con su frontera de 1.300 km con Ucrania y Bielorrusia, ha cerrado temporalmente pasos fronterizos y elevado la vigilancia, mientras la OTAN refuerza patrullas aéreas en el Báltico. Aunque la situación se ha estabilizado —con el espacio aéreo polaco declarado seguro y los sistemas de defensa de vuelta a la normalidad—, el incidente podría catalizar una mayor involucración de la alianza, incluyendo propuestas como el "Muro de Drones" de la UE en el flanco este. En un Europa tensa, esta "violación sin precedentes" no solo prueba la resiliencia de Polonia, sino que avisa de los riesgos de una escalada mayor en el conflicto ruso-ucraniano.