

Los Enfermos del Poder: Trump se Siente Rey y Milei Habla con Conan
Son los enfermos del poder: no locos en el sentido vulgar, sino adictos a una droga que distorsiona la realidad, convirtiendo naciones en escenarios personales y pueblos en extras mudos. En 2025, mientras el mundo observa atónito, estos dos titiriteros nos recuerdan que el trono, sea de oro o de retórica anarcocapitalista, corroe el alma y envenena el juicio.Trump, el Rey que Niega su CoronaDonald Trump no es solo un presidente; es un espectáculo viviente de narcisismo imperial. En octubre de 2025, mientras un shutdown federal paraliza el país –dejando a 800.000 empleados sin sueldo y parques nacionales cerrados–, Trump enfrenta la mayor rebelión callejera desde su reelección: los "No Kings" del 18 de octubre, que reunieron a 7 millones en 2.600 ciudades. De Washington a San Francisco, pancartas rezan "No hay reyes desde 1776" y "América no se inclina ante oligarcas", denunciando un gobierno que despliega tropas contra inmigrantes, recorta salud para multimillonarios y nombra a Elon Musk en cargos no electos. Bernie Sanders, en su rally en el National Mall, lo dijo claro: "Trump no es un líder; es un rey que vende el sueño americano a Bezos y Musk".Pero Trump, fiel a su guion, responde como un monarca herido: "I'm not a king at all", tuitea, mientras comparte un video AI donde vuela un jet "King Trump" vertiendo lodo sobre manifestantes, con "Danger Zone" de Kenny Loggins de fondo. Su vicepresidente JD Vance lo remata: "Si Trump fuera rey, no tendrían libertad para protestar".
Es la negación patológica del déspota: burlarse de la disidencia mientras la ejerce como prueba de su poder ilimitado. En Nueva York, 800.000 bloquearon la Séptima Avenida con disfraces de Trump encadenado; en Memphis, veteranos exrepublicanos gritaron "Traicionaste el gobierno limitado por fascismo". Trump, en Fox News, los llama "whacked out" –locos–, pero el espejo le devuelve la imagen de un hombre que ve la presidencia como un reality show eterno, donde el pueblo es rating y la Constitución, un guion descartable.Esta "enfermedad" no es nueva: desde 2017, Trump ha erosionado normas –del asalto al Capitolio a los indultos a aliados–, pero 2025 marca el pico. Con aprobación en 42% (Gallup), el shutdown por su "One Big Beautiful Bill" (recortes fiscales para ricos) ha convertido las calles en un veredicto: no queremos reyes, queremos representantes. Como dijo una manifestante en Chicago, Jessica Yother: "Esto es nuestra Constitución en acción: del pueblo, por el pueblo, para el pueblo". Trump, con su corona ladeada, podría estar cavando su tumba política –o, peor, radicalizando a una base que aplaude su "fuerza". En el imperio del ego, el rey niega el trono mientras lo pule con tuits.
Milei, el Chamán que Consulta a Conan
A 8.000 kilómetros, en el Río de la Plata, Javier Milei padece una variante sudamericana de la misma dolencia: el delirio mesiánico, donde el poder se confabulan con lo sobrenatural. En junio de 2025, Milei irrumpió en un streaming de Neura con Conan –su mastín clonado, padre de sus "hijitos de cuatro patas" (Milton, Murray, Robert y Lucas, en honor a economistas austriacos)– vestido con un mameluco de YPF, como un profeta petrolero. "Acá está, es de verdad, ¿viste?", dijo, mientras el perro bebía agua en cámara. Pero Conan no es solo mascota; es consejero espiritual. Milei, en entrevistas pasadas, confesó que "habla" con el original Conan (muerto en 2017) a través de médiums, consultándolo para decisiones políticas: "¿Estás bien, hijo?", le preguntó en vivo, completando "la mitología vikinga" con Thor, el boyero de su hermana Karina.
Es un espectáculo grotesco: el presidente que promete "el fin de la política" reduce el Estado a un kennel metafísico, donde swaps chinos de US$18.500 millones se negocian con el más allá. En 2023, clonó a Conan por US$50.000 vía PerPETuate, empresa de "preservación genética", y juró regular la clonación como política de Estado. Ahora, en 2025, mientras la pobreza cae de 57% a 35% (INDEC), Milei atribuye el "milagro" a sus diálogos caninos, no a políticas. Críticos como Myriam Bregman lo llaman "zoofilia política"; en X, memes lo muestran como druida con correa. Pero para sus fieles, es autenticidad: "Milei no miente; habla con el cielo (o el infierno perruno)".Esta adicción al poder lo aísla: swaps condicionados por Trump, denuncias contra Bullrich por narco-financiamiento, y un Congreso que bloquea reformas. Milei, como Trump, ve opositores como "miserables" –en Neura, los llamó "obstruidores"–, pero su "Conan therapy" revela un vacío: el líder que clona perros para no estar solo, pero ignora a 35 millones de pobres que no caben en su jauría.El Síndrome Compartido: Megalomanía TransnacionalTrump y Milei son espejos: ambos adictos al aplauso, al desdén por instituciones y a una retórica que diviniza su ego.
Trump corona su jet con excremento sobre el pueblo; Milei clona su perro para charlas eternas. En un mundo de tratados rotos y swaps condicionados, estos "enfermos" del poder convierten democracias en circos: protestas "No Kings" en EE.UU., memes de Conan en Argentina. Pero la cura es colectiva: calles llenas, votos informados, recordatorios de que el poder no es corona ni clon, sino servicio efímero.Mientras Trump vuela sobre manifestantes y Milei consulta al más allá, el pueblo –reyes anónimos– observa. La megalomanía es contagiosa, pero reversible: con un "no" firme, la corona cae y el perro ladra solo. En 2025, que el antídoto sea la cordura colectiva, antes de que el delirio se vuelva dogma.