IOSFA sin Prestaciones: El Silencio Ensordecedor de Petri
Mientras tanto, el ministro de Defensa, Luis Petri, guarda un silencio que resuena como un vacío institucional, agravando la crisis que amenaza con colapsar no solo la salud de los beneficiarios, sino la confianza en un gobierno que prometió eficiencia y transparencia.La agonía del IOSFA no es un secreto oculto en informes polvorientos. Desde hace meses, la entidad acumula una deuda descomunal que supera los 250.000 millones de pesos, un agujero financiero que ha forzado suspensiones masivas de servicios.
En Mar del Plata, cientos de pacientes se encontraron de golpe sin cobertura en el Hospital Privado de Comunidad (HPC), el principal prestador local, debido a pagos pendientes que rozan los 5.000 millones de pesos. En Rosario, la Asociación de Clínicas y Sanatorios cortó temporalmente la atención a 20.000 afiliados, dejando a trabajadores civiles del Liceo Aeronáutico Militar de Funes sin extracciones de sangre ni consultas básicas. En Bahía Blanca y Punta Alta, hospitales como el HAM e Italiano han suspendido coberturas por deudas que se remontan a abril de este año, afectando a 42.000 personas en una región donde el 70% de la población depende de estas prestaciones. Y en Gualeguaychú, manifestaciones callejeras claman por odontología, atención a discapacitados y medicamentos para VIH, diabetes y cáncer, todo ello paralizado por la falta de fondos.
El diagnóstico es claro y alarmante: un informe interno del IOSFA, elaborado por asesores como Edgardo Daniel Anastasio, apunta a causas estructurales como la concentración excesiva en prestaciones y medicamentos, la falta de control en volúmenes físicos y una tercerización descontrolada que ha vaciado la caja de la obra social. Lo que alguna vez fue un superávit envidiable se transformó en un déficit millonario tras un préstamo con un Costo Financiero Total (CFT) del 66,48%, que obliga a devolver 88.404 millones de pesos –una quimera imposible en el contexto inflacionario actual–. Sindicalistas de ATE, como Pablo Mendoza y Néstor Moriggia, denuncian un "vaciamiento intencional" para justificar una privatización encubierta, con farmacias cerradas y delegaciones en coma que empujan a los afiliados hacia prepagas inalcanzables con salarios menguantes.En medio de este caos, emerge la figura de Luis Petri, ministro de Defensa desde diciembre de 2024 y responsable directo de la supervisión del IOSFA. Bajo su gestión, la actual presidenta Betina Surballe presentó un plan de reestructuración en junio, prometiendo fondos del Ministerio que nunca llegaron. Afiliados de Gualeguaychú le enviaron un escrito directo, advirtiendo que "la situación se hace cada día más insostenible", pero la respuesta fue el eco de un silencio oficial. Petri, que ha sido elocuente en temas como la detención de un gendarme en Venezuela o aniversarios geopolíticos, opta aquí por la omisión. ¿Estrategia política para su aspiración a gobernador de Mendoza en 2027, donde encuestas lo favorecen en un armado discreto con Alfredo Cornejo? ¿O simple negligencia ante un directorio fracturado, donde vocales renuncian por desacuerdos y contratos dudosos –como el de 50.000 millones con la droguería Suizo Argentina SA, salpicada por escándalos de coimas– se firman sin escrutinio?
Este silencio no es neutral; es cómplice. Mientras Petri construye candidaturas en reuniones secretas y fundaciones como "Mendocinos por el Futuro", los jubilados militares –con sueldos bajos y aportes de activos insuficientes– pagan el precio con su salud. Organismos como ATE exigen mesas de diálogo multipartito, regularización de aportes patronales y una auditoría profunda para evitar la "regalada" privatización que huele a intereses ocultos. La Justicia debe intervenir: no hay impunidad en un sistema que deja a 650.000 afiliados en vilo, ni en un ministro que prefiere el mutismo a la acción.El IOSFA no es solo una obra social; es un pacto con la historia de las Fuerzas Armadas, un compromiso con quienes defendieron la nación. Petri, rompa el silencio. Los afiliados no pueden esperar eternamente en la sala de espera de la indiferencia. La crisis grita; es hora de que el ministro responda.