miércoles 29 de octubre de 2025 - Edición Nº359

Nacionales | 28 oct 2025

Argentina

Pablo Quirno, el Flamante Canciller: ¿Defensor de Intereses Extranjeros o Arquitecto de la Apertura Económica?

En el torbellino postelectoral que sacude a Argentina tras el triunfo arrollador de La Libertad Avanza (LLA) en las legislativas del 26 de octubre, una designación ministerial ha encendido las redes y los pasillos del poder: Pablo Quirno, hasta ayer secretario de Finanzas y mano derecha de Luis Caputo, asumirá como ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. El anuncio, filtrado el 23 de octubre y oficializado por la Oficina del Presidente, reemplaza a Gerardo Werthein –quien renunció por "desacuerdos con el entorno presidencial"– y consolida el eje económico en la diplomacia mileísta. Pero la llegada de Quirno no ha sido un aterrizaje suave: en el kirchnerismo y sectores nacionalistas, ya se lo tilda de "cipayo" –un término cargado de historia que evoca traición a la soberanía por intereses foráneos–, con acusaciones de alinear la política exterior con potencias como Estados Unidos.


Pablo Quirno, el Flamante Canciller: ¿Defensor de Intereses Extranjeros o Arquitecto de la Apertura Económica?

¿Es Quirno un vendepatria al servicio de Wall Street, o un técnico pragmático en un gobierno que prioriza el "milagro argentino" por encima de ideologías románticas? Un análisis de su trayectoria, críticas y contexto revela una figura compleja, lejos de los maniqueísmos.Quirno, de 52 años, no es un novato en el Palacio de Hacienda ni en los salones de Nueva York. Economista egresado de The Wharton School de la Universidad de Pensilvania –donde se formó en finanzas globales–, pasó 17 años en JP Morgan, escalando hasta director para América Latina y miembro del Comité de Gerenciamiento Regional. Allí, compartió equipo con Caputo, forjando una alianza que se extendió al gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), donde fue jefe de Gabinete del Ministerio de Finanzas y vicegobernador argentino en el Banco Mundial, BID, CAF y Fonplata. Bajo Milei, desde diciembre de 2023, Quirno ha sido el ejecutor clave del ajuste: supervisó la deuda en pesos, negoció con multilaterales y promovió el RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones), atrayendo compromisos por US$30.000 millones en Vaca Muerta y litio. Su rol en el swap de US$20.000 millones con el Tesoro de EE.UU. –aprobado por Scott Bessent, aliado de Trump– lo posiciona como el puente ideal para la "segunda etapa" mileísta: acuerdos comerciales que dinamicen exportaciones y reduzcan el riesgo-país del 1.200% al 600% actual.El Gobierno lo celebra como "pieza fundamental del milagro argentino", un hombre que "abrirá la Argentina al mundo" con foco en TLC con EE.UU., UE y Mercosur ampliado.

En su asunción, Quirno –de bajo perfil mediático– tuiteó: "Seguiremos trabajando en equipo" con Caputo, enfatizando la alineación entre Economía y Cancillería para "hacer a la Argentina grande otra vez". Analistas como Juan Negri, de la Universidad Di Tella, ven en esto un "enfoque en relaciones bilaterales con Washington", clave para estabilizar reservas y atraer FDI en un contexto de inflación controlada (al 4% mensual) y superávit fiscal.

No es casual: el 70% de las exportaciones argentinas van a socios comerciales, y Quirno, con su inglés fluido y contactos en el Departamento de Estado, es el operador perfecto para cerrar deals que el peronismo postergó por décadas.Sin embargo, el "cipayismo" –esa etiqueta peronista para los "lacayos" de potencias imperiales– llueve sobre Quirno desde su designación. La diputada Vanesa Siley, de Fuerza Patria, lo despachó en X: "Más cipayo no se consigue", acusándolo de "arrodillarse con EE.UU." y entregar soberanía.

En Página/12, lo pintan como "canciller al servicio de los mercados", un "desembarco de JP Morgan" en la diplomacia, heredero de una saga familiar elitista: nieto de Avelino Quirno Lavalle (fundador del Partido Conservador) y padre de Pablo Quirno Jr., quien a los 26 años fue subsecretario de Relaciones Económicas en el macrismo –un nepotismo que huele a "continuidad del poder financiero".

Críticos como la periodista Mercedes García lo llaman "bruto e impresentable" por quejarse del Museo Malvinas en Ushuaia, viéndolo como desdén a la causa isleña en un gobierno que, pese a su retórica anti-China, mantiene reclamos formales por las Malvinas.

Edgardo Esteban, en X, lo resume crudo: "Si esto no es ser cipayo... Por siempre Malvinas", con una foto de Quirno junto a banderas yankis.

La acusación de "intereses ingleses" –aunque los resultados apuntan más a Washington que a Londres– evoca temores soberanistas: ¿priorizará Quirno deudas con fondos buitre (muchos británicos) sobre reclamos atlánticos? No hay evidencia directa, pero su silencio sobre Malvinas en los primeros tuits post-designación aviva el fuego.La verdad, como siempre en política argentina, es más gris que el blanco-negro de las trincheras. Quirno no defiende "intereses ingleses" per se –su CV grita alineación con el Tesoro de Trump y el FMI, no con la City londinense–, pero su perfil pro-mercado choca con una tradición diplomática que priorizaba bloques regionales como UNASUR. En un país con 40% de pobreza, su apuesta por inversiones extranjeras podría generar 500.000 empleos en agro y minería, según proyecciones del BID, pero a costa de concesiones regulatorias que el peronismo ve como "entrega". Milei, fresco de su 40,84% electoral, lo respalda: "Quirno instrumentará la libertad económica global".

El desafío para Quirno no es solo negociar con Biden o Trump –encuentro previsto en noviembre–, sino reconquistar a una oposición que retiene 98 diputados y clama por transparencia: su declaración jurada, aún oculta, genera dudas sobre conflictos de interés con JP Morgan, que asesora la recompra de bonos por US$10.000 millones.

¿Cipayo o catalizador? Dependerá de si los acuerdos que firme salvan al PBI (proyectado en +5% para 2026) sin hipotecar la soberanía. En el Palacio San Martín, las planillas de Excel ya reemplazan a los protocolos: Argentina, polarizada como siempre, observa si Quirno es el puente al mundo o la puerta trasera para los buitres. Malvinas sigue en el mapa; el debate, en las calles.

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