Tayikistán Retira el Control de la Base Aérea Estratégica de Ayni a India: ¿Presión de China y Rusia?
La decisión, confirmada en reportes recientes, pone fin a una presencia india que incluía modernizaciones financiadas por millones de dólares y logística para operaciones en Afganistán, dejando a India sin un "puente" clave hacia el Pamir y el Asia Central postsoviético. Aunque Dushanbe no ha detallado motivos oficiales, fuentes diplomáticas y analistas apuntan a presiones de Pekín y Moscú, que ven en la base un contrapeso indio a su dominio regional, en un contexto de creciente cooperación militar tayika con el eje sino-ruso.La base de Ayni, ubicada a 15 km de la capital Dusambé y conocida como Gissar Military Aerodrome, fue refurbescada por India en 2002 con una inversión de unos 70 millones de dólares, convirtiéndola en el primer aeródromo extranjero modernizado por Nueva Delhi.
Inicialmente concebida para helicópteros MiG y transporte en la guerra afgana, sirvió como "profundidad estratégica" para la Fuerza Aérea India (IAF), permitiendo vigilancia sobre Pakistán, China y rutas de la Nueva Ruta de la Seda (BRI). Sin embargo, nunca se desplegaron escuadrones completos de la IAF debido a vetos rusos históricos –Moscú, con su 201ª Base Militar en Tayikistán, rechazó cualquier autonomía india–.
Ahora, tras 25 años de presencia discreta, India ha "empacado y salido en silencio", según posts en redes y medios paquistaníes que celebran el revés como prueba de límites a las ambiciones indias.
La atribución a China y Rusia no es mera especulación: Pekín ha expandido su huella militar en Tayikistán desde 2021, con bases cerca de la frontera afgana financiadas por cientos de millones, superando promesas de "facilidades conjuntas antiterroristas" para convertirse en enclaves permanentes del Ejército Popular de Liberación.
Rusia, por su parte, mantiene el control efectivo de infraestructuras clave vía la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), y analistas sugieren que "maquinaciones geopolíticas" de Beijing –preocupado por el acceso indio a inteligencia sobre Xinjiang y el corredor Wakhan– impulsaron la petición tayika.
Tayikistán, endeudado con China (deuda externa del 50% del PIB) y dependiente de remesas rusas, prioriza aliados que financian su frágil economía y contrarrestan amenazas islamistas post-Talibán. En julio de 2025, un informe del British Institute of International and Strategic Studies destacaba a India como "tercera potencia" en Tayikistán, pero atrapada entre influencias rusas y chinas.
Para India, el desalojo es un golpe: pierde un nodo logístico para drones y C-17 Globemaster en un radio de 2.000 km de Islamabad y Lhasa, en un momento de escalada con China en Ladakh y apoyo indio a Ucrania contra Rusia. Modi, enfocado en QUAD y I2U2, ve erosionada su proyección centralasiática, cediendo terreno a la BRI que conecta Xinjiang con Europa vía Dusambé. Paquistán, rival histórico, celebra: Ayni "preocupaba" por su potencial contra bases chinas en Gilgit-Baltistán.
Nueva Delhi minimiza el impacto –"no era base operativa plena"–, pero insiders admiten un repliegue forzado, con posibles giros hacia Uzbekistán o Kazajistán vía SCO.Este episodio ilustra la fragmentación postsoviética: Tayikistán, con fronteras porosas y yihadismo acechante, elige pragmatismo sobre diversidad estratégica. China y Rusia, con inversiones militares opacas, consolidan un "condominio" en el Pamir, marginando a India. Dushanbe gana fondos, pero arriesga dependencia: ¿autonomía o satélite? Asia Central, rica en uranio y gas, no tolera vacíos de poder. India debe diversificar –quizá vía Chabahar o drones autónomos–, o ver cómo Pekín y Moscú redefinen su backyard. Ayni ya no es indio; el Pamir, cada vez más euroasiático. La soberanía tayika prevalece, pero bajo sombras vecinas.