El desembarco:
Detalles técnicos y el "antes y después" prometidoLos Stryker, fabricados por General Dynamics Land Systems, son vehículos modulares sobre ruedas 8×8, diseñados para el Ejército de EE.UU. bajo el concepto de "brigadas de combate Stryker" –unidades rápidas y versátiles para despliegues en escenarios asimétricos. Cada uno transporta hasta nueve soldados más tripulación, con blindaje resistente a armas ligeras y metralla, motor Caterpillar C7 (compatible con flota argentina), visión térmica, periscopios y una estación de armas remota (RWS) equipada con ametralladora M2 de 12,7 mm o lanzagranadas MK19. Su diseño permite cambiar motor y transmisión en dos horas, facilitando mantenimiento en campo –un plus logístico para un Ejército con presupuestos ajustados.Previo al arribo, una comisión de la X° Brigada Mecanizada se capacitó en la Base Lewis-McChord (Washington), cubriendo teoría, simuladores y práctica en unidades reales. El Ejército los destinará a la Fuerza de Despliegue Rápido, elevando capacidades en patrullas fronterizas y misiones de paz. "Es un sistema probado en combate, clave para vigilar nuestra frontera norte", tuiteó Petri el 20 de noviembre, anticipando su integración en la Operación Roca. Fuentes castrenses esperan una presentación oficial en días, posiblemente junto a los F-16, para marcar el fin de su gestión.Contenido geopolítico: Alineamiento con Washington y tensiones regionalesEsta compra no es solo hardware: es un sello de la doctrina Milei, que pivotea hacia EE.UU. como socio estratégico, rompiendo con la neutralidad histórica argentina. Firmada bajo el Foreign Military Sales (FMS), incluye entrenamiento y repuestos, alineando al Ejército con estándares OTAN –un guiño a la interoperabilidad con aliados como Ucrania, donde los Stryker han sido usados contra Rusia. Petri lo vinculó explícitamente a la "reconstrucción de una Argentina que invierte en defensa", en sintonía con la visita de Hegseth y rumores de bases en Ushuaia.Geopolíticamente, fortalece la posición argentina en el Cono Sur: mayor movilidad para control marítimo y antártico, y un contrapeso al poderío brasileño o chileno. Sin embargo, enfría lazos con Israel –proveedor tradicional– y genera resquemores en Brasília, donde el Guaraní 6×6 era una opción regional con transferencia tecnológica.
Críticas en cascada: ¿Modernización o derroche insostenible?El entusiasmo oficial choca con un aluvión de cuestionamientos. Internamente, el Ejército rechazó inicialmente los Stryker en 2020 por su diseño "para guerra en desierto": no anfibios, inadecuados para ríos patagónicos o litorales, y con fallos en Ucrania (pérdidas por minas y drones). "Podríamos haber negociado mejor con Brasil", señalan fuentes castrenses, ya que 27 Guaraní costarían 67 millones de dólares vs. 100 de los Stryker –usados y descartados por Chile por desgaste.Económicamente, es un desafío: con un presupuesto de Defensa en 0,31% del PBI (mínimo histórico), el mantenimiento anual por unidad supera los 10 millones de dólares, sumando repuestos y adiestramiento. Críticos como el diputado Seghini (Unión por la Patria) lo llaman "pésima compra": ignora la industria local (FAdeA en Córdoba), genera dependencia de créditos FMS con intereses, y prioriza alineamiento sobre soberanía. "Riesgo de activos ociosos por falta de infraestructura", advierte Red Castrense, citando bases deterioradas y recortes en días de entrenamiento (11 para 2025).En redes, el debate arde:@OkSergioPowerP1 lo califica de "bosta" por no generar empleo local, mientras defiende su rol en fronteras contra el narco. Opositores ven en Petri un "vender humo", exacerbado por renuncias en su equipo y déficits en IOSFA.Hacia el futuro: ¿Éxito táctico o deuda estratégica?Los Stryker llegan en un Ejército fracturado por años de desinversión, y su éxito dependerá del nuevo ministro Carlos Presti –militar en activo– para integrar logística y evitar el "elefante blanco". Si se amplía a 207 unidades, podría formar una Brigada Blindada a Ruedas, elevando el rol argentino en misiones ONU. Pero sin presupuesto extra, las críticas podrían escalar, cuestionando si este "salto cualitativo" es avance o ancla geopolítica.En el tablero mileísta, es un win diplomático con Trump 2.0, pero un riesgo financiero en un 2026 electoral. Como dijo un analista en X: "Hechos concretos, pero ¿a qué costo?". El puerto de Zárate descargó ayer no solo blindados, sino un debate sobre soberanía en tiempos de ajuste.