1. ¿Qué protegía la Ley 26.737?Aprobada en 2011 con amplio consenso (incluidos votos de la oposición de entonces), establecía tres límites claros:
En 2022, según el último informe oficial, el 7,5 % de las tierras rurales ya estaba en manos extranjeras. Con la derogación, ese porcentaje podrá crecer sin techo.2. Soberanía territorial: la Patagonia en riesgo realLa concentración de tierras extranjeras no es abstracta:
Al eliminar los topes, cualquier fondo de inversión extranjero podrá adquirir millones de hectáreas sin control. En un país donde el 70 % del territorio es árido o semiárido y el agua dulce es escasa, quien controla la tierra controla el agua y la producción de alimentos.3. Soberanía alimentaria: el alimento como commodity, no como derechoArgentina es el tercer exportador mundial de soja, segundo de maíz y principal de harina de soja. El 90 % de esa producción se hace en tierras arrendadas o directamente propiedad de pools de siembra y fondos extranjeros. Sin límites, la producción se orientará aún más al mercado externo (China, Europa) y no a la mesa argentina.En 2025, con inflación alimentaria acumulada superior al 300 % desde 2023, permitir que extranjeros compren sin techo significa que el precio del pan, la carne y la leche dependerá cada vez más de decisiones tomadas en Nueva York, Londres o Pekín.4. Soberanía hídrica: el agua pasa a ser privadaEn plena sequía histórica (15 años en Cuyo y Patagonia), la ley actual protegía acuíferos y cuencas. Con la derogación:
5. Soberanía estratégica: el Atlántico Sur y la AntártidaLa Ley 26.737 fue pensada también como herramienta de defensa. Al eliminarla:
6. El argumento del Gobierno: “Traerá inversión”El oficialismo repite que “la ley espanta capitales”. Sin embargo:
La inversión extranjera no huye por topes razonables; huye por inseguridad jurídica, inflación y falta de reglas claras. Derogar la ley no resuelve eso: solo entrega territorio.ConclusiónLa derogación de la Ley de Tierras no es una medida económica más. Es la renuncia explícita a uno de los últimos instrumentos que le quedaban al Estado argentino para decidir quién es dueño de su suelo, su agua y su alimento.Mientras el Gobierno monta un circo con F-16 que no pueden volar cerca de Malvinas, está a punto de firmar la escritura de venta de la Patagonia, la Pampa Húmeda y la Antártida Argentina a quien ofrezca más dólares.Eso no es libertad.
Eso es entrega.Y la soberanía, una vez perdida, no se recupera con discursos ni con aviones de segunda mano.