El detonante inmediato ha sido el histórico acuerdo suscrito por Perú con Corea del Sur, que incluye la compra de 54 tanques K2 Black Panther y 141 vehículos blindados K808 White Tiger por un valor estimado en más de 1.400 millones de dólares. Esta operación, firmada el 10 de diciembre en Ayacucho, no solo representa la mayor exportación terrestre de Seúl a Latinoamérica, sino que posiciona a la Fuerza Terrestre peruana como una de las más avanzadas de la región. Paralelamente, Argentina avanza en su propia agenda de reequipamiento: la adquisición de 24 cazas F-16 modernizados de Dinamarca, con entregas que inician en 2025 y concluyen en 2028, por unos 664 millones de dólares, ha sido recibida con escepticismo en Santiago.
Estos F-16 Block 15MLU, equipados con radares AESA y misiles AIM-120 AMRAAM, superan en capacidades a los F-16 chilenos de generaciones anteriores.Voces de Preocupación en el Congreso ChilenoLa Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados de Chile, presidida por el diputado Juan Luis Castro (PS), solicitó urgentemente un informe al Ministerio de Relaciones Exteriores sobre los "efectos estratégicos" de estas compras. "Es un gran problema: los F-16 peruanos serían de última generación, superiores a nuestros actuales aviones y a los de segunda mano de Argentina. Sumado a los tanques peruanos, esto altera el balance regional", advirtió el diputado Jorge Sabag (DC), quien recordó que Bolivia ya cuenta con drones iraníes de largo alcance.
El diputado independiente Gonzalo Winter, por su parte, enfatizó que "mientras Chile debate recortes presupuestarios para defensa, nuestros vecinos invierten en superioridad tecnológica, lo que podría forzar una respuesta costosa".Expertos como el analista militar Fernando Ayala coinciden: "Perú y Argentina no actúan en vacío. Estas compras responden a procesos de modernización, pero desde Santiago se perciben como una amenaza potencial, especialmente en escenarios de alta montaña o el Pacífico Sur". Ayala alude a la historia compartida, recordando la Guerra del Pacífico (1879-1884), donde Chile enfrentó a Perú y Bolivia, y las tensiones limítrofes persistentes, como el reclamo boliviano de salida al mar o disputas aéreas pasadas con Argentina.En redes sociales, el debate arde. Usuarios chilenos expresan inquietud: "Mientras nosotros 'coleccionamos' sistemas viejos, Perú arma panteras negras y Argentina halcones del siglo XXI. ¿Carrera armamentista reloaded?", tuiteó un analista de defensa. Otro post viral advierte: "Chile pide fronteras abiertas con Bolivia y Perú, pero ahora ellos se arman. ¿Coincidencia?".¿Una Carrera Armamentista en el Horizonte?Aunque el gobierno chileno insiste en que no hay "carrera armamentista" formal –como lo negó la ministra Vallejo en junio ante la compra argentina de F-16–, las similitudes con episodios pasados son inevitables.
En 2025, Sudamérica ha visto un repunte en el gasto militar: Brasil negocia Gripen suecos, Colombia evalúa F-16 y Perú ya planea fragatas y submarinos Type 209NG con Hyundai Heavy Industries. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), el gasto en defensa regional creció un 15% anual desde 2023, impulsado por bonanzas mineras y presiones geopolíticas.Desde La Moneda, se enfatiza la diplomacia: el canciller Alberto van Klaveren anunció consultas con Washington, principal proveedor de Chile, para "equilibrar capacidades sin escalada". Sin embargo, críticos internos cuestionan la dependencia de EE.UU., que ya vetó ventas de F-16 a Perú en el pasado para evitar desbalances. "Si Perú adquiere Block 70, Chile quedará rezagado en el aire", alertó un informe reservado de la Fuerza Aérea Chilena.Hacia una Respuesta Chilena: Modernización o Diálogo?Ante esto, el presidente Gabriel Boric enfrenta un dilema.
Su gobierno impulsa una nueva institucionalidad para compras de armamento, con énfasis en transparencia y diversificación de proveedores –lejos de la histórica "Ley Reservada del Cobre" que financió adquisiciones opacas hasta 2024–. Proyectos en mesa incluyen modernizaciones de F-16 chilenos y posibles fragatas con Corea del Sur, pero con un presupuesto ajustado por demandas sociales.Analistas como Rut Diamint, de la Universidad Torcuato Di Tella, minimizan el riesgo: "No es una amenaza directa; es modernización. Chile no es visto como agresor". No obstante, el eco de la historia resuena: en 2007, Perú y Bolivia criticaron compras chilenas de F-16; hoy, los roles parecen invertidos.Mientras tanto, en las calles de Santiago, la preocupación trasciende lo militar. "Queremos paz, no tanques en la frontera", dice un vecino de Valparaíso. El Cono Sur, cuna de tratados como el de Paz y Amistad (1984) entre Chile y Argentina, aspira a que el diálogo prevalezca sobre el acero. Pero con panteras rugiendo en los Andes y halcones surcando los cielos, la pregunta es: ¿cuánto durará la calma?