El atentado de 1976, atribuido a la Columna Norte de Montoneros –comandada por Rodolfo Galimberti, cuñado de Bullrich en esa época–, involucró la colocación de una bomba en el comedor policial durante el almuerzo, causando una masacre. Aunque Bullrich niega participación directa en acciones armadas y siempre se define como militante de la Juventud Peronista (JP) que "reivindicaba" a Montoneros, investigaciones periodísticas y libros históricos la vinculan con roles secundarios en operativos previos, como el secuestro de los hermanos Born (1974) o atentados contra ejecutivos empresariales.
El Alegato que Puso a Bullrich en el Centro
Bregman argumentó que la querella impulsada por sectores negacionistas –que buscan equiparar la guerrilla con el terrorismo de Estado– selecciona nombres "rimbombantes" para reabrir causas, pero omite a figuras como Bullrich, quien en los '70 era parte del entorno montonero. "Esa selección no resiste al paso del tiempo", enfatizó, generando silencio en la sala. La causa, dormida desde hace décadas, fue reactivada por denuncias que pretenden calificar acciones guerrilleras como "crímenes de lesa humanidad", un camino que el gobierno de Javier Milei ha avalado parcialmente a través de resoluciones como la firmada por el exsubsecretario de Derechos Humanos Alberto Baños en 2024.Bullrich, por su parte, ha negado repetidamente ser "montonera activa". En entrevistas recientes, como la de 2024 en radio Mitre, insistió: "Fui de la Juventud Peronista, no fui montonera". Sin embargo, testimonios de excompañeros, libros como Galimberti de Marcelo Larraquy o Patricia: De la lucha armada a la seguridad de Ricardo Ragendorfer, y documentos de la época la ubican en la Columna Norte, participando en operativos con roles logísticos o de apoyo. En 1975 fue detenida seis meses en Devoto por propaganda armada, y en 1977 se exilió con su entonces pareja, Marcelo Langieri (otro montonero).
¿Una Amenaza Real de Juicio?
Aunque la mención de Bregman es retórica –destinada a exponer la "selectividad" de las querellas negacionistas–, el contexto actual genera inquietud. El gobierno mileísta, con figuras como la vicepresidenta Victoria Villarruel, ha impulsado la "memoria completa" que incluye juzgar a exguerrilleros. En 2024, César Milani ironizó: "Coincido con Villarruel, todos los criminales Montoneros y ERP presos... arranque por casa con Patricia Bullrich". No hay causa abierta contra ella por acciones específicas, pero la reapertura de expedientes como el de la SSF podría salpicarla si se amplía el universo de imputados.Bullrich ha demandado en el pasado por calumnias a quienes la llaman "montonera tirabombas" (como Javier Milei en 2023), ganando algunos casos. Sus defensores argumentan que cualquier intento de juzgarla sería "venganza política" y violaría prescripciones, ya que los delitos de los '70 no son imprescriptibles como los de lesa humanidad estatales.
Un Pasado que No Descansa
El viraje ideológico de Bullrich –de la izquierda peronista armada al liberalismo derechista– la convierte en blanco fácil. En redes, el tema arde: desde acusaciones de "traidora" por excompañeros hasta memes que la muestran como "exmontonera infiltrada". Mientras, ella se enfoca en su rol legislativo, apoyando reformas mileístas.En un país donde el "Nunca Más" sigue en debate, la mención judicial a Bullrich recuerda que el pasado no prescribe políticamente. Como dijo Bregman: "Si reabren causas selectivas, que incluyan a todos". Por ahora, no hay juicio en puerta, pero la sombra de los '70 acecha a una de las figuras más polémicas de la política argentina. El tiempo dirá si queda en anécdota o en algo más.