Según informes publicados el 17 de diciembre de 2025, la primera planta (ASPAN-1) ya está en construcción y se espera que entre en operación en 2027, produciendo tanto municiones de legado soviético (82 mm, 120 mm, 122 mm y 152 mm) como las nuevas de estándar OTAN. Este desarrollo busca reducir la dependencia histórica de Kazajistán de suministros rusos y reservas de la era soviética, permitiendo una mayor autonomía operativa para sus fuerzas armadas.El anuncio ha provocado una reacción inmediata y dura desde Rusia. Alexey Zhuravlev, primer vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal, calificó la medida como "hostil" y "antiamistosa" hacia Moscú. En declaraciones a medios rusos como Gazeta.ru, Zhuravlev vinculó este paso a una supuesta política más amplia de Astaná para distanciarse de Rusia:
Zhuravlev recordó que Kazajistán mantiene lazos históricos con la OTAN desde 1992 (Consejo de Cooperación del Atlántico Norte) y 1994 (programa Asociación para la Paz), y advirtió que "todos sabemos cómo terminó la cooperación con la OTAN para Kiev".Desde la perspectiva kazaja, el proyecto ASPAN se presenta como una modernización necesaria de su complejo militar-industrial, en un contexto donde el país busca diversificar socios y aumentar su independencia. Kazajistán sigue siendo miembro de la OTSC (organización militar liderada por Rusia), pero ha intensificado cooperaciones con Occidente, Turquía y otros actores.Este episodio ilustra las crecientes tensiones en Asia Central, donde Astaná equilibra su "política multivectorial" entre Moscú, Pekín, Ankara y Bruselas/Washington. Mientras Rusia ve en ello una amenaza a su influencia tradicional, Kazajistán lo enmarca como un paso hacia la soberanía y la integración global. El mundo observa si este distanciamiento militar se profundiza en los próximos años.